El próximo jueves , día 22 de octubre de 2015, celebramos, la segunda
edición anual del día mundial de la banca con valores (#BankingOnValues),
auspiciado por los 27 bancos miembros de la Alianza Global para una Banca con
Valores (www.gabv.org) y por otros socios
estratégicos en los cinco continentes.
Algunos se estarán planteando qué hacen unos banqueros celebrando algo
como “el día de la banca con valores”. ¿Qué demonios es eso? ¿El negocio de la
banca no tiene que ver con ganar dinero?
La respuesta es no. Ese no es y no debería ser el negocio de la banca.
Todos los seres humanos de este planeta, con independencia de nuestras creencias, de nuestra nacionalidad de nuestra raza, de nuestra profesión o de nuestro sexo, tenemos una obligación para con el resto de la humanidad y para con la tierra que nos alberga. Ese planeta que la famosa fotografía, titulada “Un pálido punto azul”, tomada por la sonda Voyager I en febrero de 1990 desde seis mil millones de kilómetros de distancia, muestra perdido y solitario en la inmensidad de un universo grandioso que debería convidarnos a la humildad y a la reflexión.
Todas los seres humanos: agricultores, ingenieros, comerciantes, enfermeras
o banqueros, compartimos esa responsabilidad. Responsabilidad que, en el caso
de los banqueros, como en el de cualquier otra persona, no es la de conseguir
cada vez mayores beneficios o mayores ingresos, sino la de dejar un mundo mejor
para las próximas generaciones, un mundo más justo, una tierra más limpia, y
hacerlo, en nuestro caso, desde la actividad propia de la banca.
Los beneficios y el valor para el accionista no pueden ser más que
consecuencias de ejercer esa responsabilidad primaria. No podemos “hacer el
bien” los fines de semana y “hacer negocios” durante los días laborables. Todos
deberíamos tener siempre a mano la
fotografía tomada por la sonda Voyager I para recordarnos quiénes somos,
para visualizar nuesra fragilidad e insignificancia.
Por eso este año, el jueves 22 de octubre, los más de 30.000 banqueros
de la GABV, 27 miembros, distintos asociados, reguladores, políticos y público
en general nos sumaremos a diversos webcast y conversaciones en las redes
sociales cara a apoyar el movimiento
para una banca con valores que se pregunte “¿Por qué no toda la banca lo hace
igual?” Los banqueros de la GABV lo hacemos porque queremos reafirmar nuestro
compromiso con la humanidad, con la lucha contra las desigualdades y con la
preservación de nuestro maravilloso pálido punto azul. Ese insignificante punto
en un universo infinito, pero el único punto en el que asentar nuestra
existencia.
Te invito a celebrar con nosotros el dia de la banca con valores. Sigue
el hashtag #BankingOnValues y participa de nuestros debates. Explica a tus
amigos y familiares que existe un grupo de bancos diferentes que ponen al ser
humano muy por encima de los beneficios y que, desde la banca, trabajan por un
mejor futuro para ese pálido punto azul y para aquéllos que lo habitamos.
De una forma u otra, todos somos banqueros. Dónde y
con quién decidas llevar a cabo tu actividad bancaria, marca la diferencia.
En palabras del famoso astrónomo Carl Sagan:
“Desde este lejano punto de vista, la Tierra puede no parecer muy
interesante. Pero para nosotros es diferente. Considera de nuevo ese punto. Eso
es aquí. Eso es nuestra casa. Eso somos nosotros. Todas las personas que has
amado, conocido, de las que alguna vez oíste hablar, todos los seres humanos
que han existido, han vivido en él. La suma de todas nuestras alegrías y
sufrimientos, miles de ideologías, doctrinas económicas y religiones seguras de
sí mismas, cada cazador y recolector, cada héroe y cobarde, cada creador y
destructor de civilizaciones, cada rey y campesino, cada joven pareja
enamorada, cada madre y padre, cada niño esperanzado, cada inventor y
explorador, cada profesor de moral, cada político corrupto, cada
“superestrella”, cada “líder supremo”, cada santo y pecador en la historia de
nuestra especie ha vivido ahí —en una mota de polvo suspendida en un rayo de
sol.
La Tierra es un escenario muy pequeño en la vasta arena cósmica. Piensa en
los ríos de sangre vertida por todos esos generales y emperadores, para que, en
gloria y triunfo, pudieran convertirse en amos momentáneos de una fracción de
un punto. Piensa en las interminables crueldades cometidas por los habitantes
de una esquina de este píxel sobre los apenas distinguibles habitantes de
alguna otra esquina. Cuán frecuentes sus malentendidos, cuán ávidos están de
matarse los unos a los otros, cómo de fervientes son sus odios. Nuestras
posturas, nuestra importancia imaginaria, la ilusión de que ocupamos una
posición privilegiada en el Universo... Todo eso es desafiado por este punto de
luz pálida. Nuestro planeta es un solitario grano en la gran y envolvente
penumbra cósmica. En nuestra oscuridad —en toda esta vastedad—, no hay ni un
indicio de que vaya a llegar ayuda desde algún otro lugar para salvarnos de
nosotros mismos.
La Tierra es el único mundo conocido hasta ahora que
alberga vida. No hay ningún otro lugar, al menos en el futuro próximo, al cual
nuestra especie pudiera migrar. Visitar, sí. Colonizar, aún no. Nos guste o no,
por el momento la Tierra es donde tenemos que quedarnos. Se ha dicho que la
astronomía es una experiencia de humildad, y formadora del carácter. Tal vez no
hay mejor demostración de la locura de la soberbia humana que esta distante
imagen de nuestro minúsculo mundo. Para mí, subraya nuestra responsabilidad de
tratarnos los unos a los otros más amable y compasivamente, y de preservar y
querer ese punto azul pálido, el único hogar que siempre hemos conocido.