domingo, 7 de octubre de 2012

Historias de la globalización I (una visión general)


Muy probablemente no exista hoy proceso más controvertido en nuestro planeta que el de la globalización. Si atendemos a la definición que del mismo nos facilita Wikipedia - por cierto, una de las muchas herramientas que a la vez son causa y consecuencia del mundo globalizado -, leemos que se trata de un proceso económico, tecnológico, social y cultural a gran escala, que consiste en la creciente comunicación e interdependencia entre los distintos países del mundo unificando sus mercados, sociedades y culturas, a través de una serie de transformaciones sociales, económicas y políticas que les dan un carácter global.

Ese proceso se intensifica tras la caida del muro de Berlín, al desintegrarse un bloque de sociedades ajenas al juego del libre mercado y que se incorporaron en un tiempo record en el mundo capitalista. Pero sobre todo, el proceso alcanza una gran velocidad de crucero en la última década con la eclosión de internet y el impacto que la evolución tecnológica ha tenido en la rapidísima difusión de la información en todo el planeta.

Me gustaría, en una serie de artículos al respecto de este fenómeno, dar una visión lo más fría posible, pero de forma muy particular, desde un punto de vista humanista, acerca de la globalización.

Como siempre que nos preguntamos acerca de un proceso social, tenemos que valorar lo que aporta al ser humano desde muy diversos aspectos y para ello es imprescindible también ser muy consciente de los principales elementos que son génesis de ese proceso. En el caso que nos ocupa, nos enfrentamos a algo que surge por varios motivos que se concatenan en el tiempo, sobre todo en los últimos veinticinco años:
  • La libertad de mercados que, con mayor o menor amplitud y profundidad, reina sobre la economía mundial desde finales de la década de los ochenta del siglo pasado.
  • El abaratamiento relativo de los coste de transporte que ha permitido a ingentes cantidades de personas de clase media de muy distintos países del mundo, viajar y conocer mejor otras gentes y otras culturas.
  • La revolución de las tecnologías de la comunicación que han puesto literalmente al mundo en la palma de una mano permitiendo compartir información y conocimientos al instante y en cualquier parte del orbe.
  • Por último, aunque no menos importante, la existencia de una cultura dominante – por lo menos hasta ahora – durante todo este período y que ha tenido una influencia innegable en la forma en el que el proceso globalizador se está llevando a cabo: la cultura anglosajona o, para ser más exactos, la visión del mundo impulsada por los Estados Unidos y por el Reino Unido.
En las próximas semanas abordaré en más detalle la visión de la globalización desde cada uno de los cuatro pilares que la posibilitan, Hoy solo quiero hacer unas reflexiones generales. Los cambios sociales no son en sí buenos o malos, tan solo son una cosa u otra desde la postura ideológica de quien los analiza. A título de ejemplo, la rígida islamización política y cultural de determinadas sociedades de religión mayoritariamente musulmana puede ser vista como peligrosa y negativa por los sectores más prooccidentales de esos países pero sin embargo, muy positiva y necesaria por otros sectores más tradicionales de esas sociedades. En lo que respecta a la islamización es evidente que, si se conculcan los derechos humanos fundamentales, tal y como estos se describen en la Carta de las Naciones Unidas, deberíamos alinearnos todos en uno u otro bando. Pero no voy a entrar en eso ahora, tan solo quiero destacar la dificultad de tener una opinión muy sólida sobre determinados procesos sociales complejos y, créanme, la globalización es probablemente el proceso social actual de mayor alcance y complejidad.

La globalización nace del concepto de libertad y los mayores adalides de aquella la defienden a ultranza basándose precisamente en la reflexión de que poner coto a la globalización sería como poner coto a la libertad y, naturalmente, eso desde las sociedades occidentales actuales, suena verdaderamente fatal por lo que muy pocos nos atrevemos a criticar ese proceso vaya que nos tachen de lo que no somos o por lo menos, creemos no ser.

Pero, ¿a qué libertad nos referimos? Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, entendemos por libertad la capacidad que tiene el ser humano de poder obrar según su propia voluntad, a lo largo de su vida, por lo que es responsable de sus actos. Es el principio de la responsabilidad el que limita la actuación de la libertad. Por ello filósofos como el austríaco Steiner argumentan que es obvio que no puede ser libre una persona que no sabe por qué actúa. Es libre aquél que sabe porqué hace las cosas, sabe valorar sus motivaciones y puede inferir las posibles consecuencias de sus actos.

Ahi está la clave de la interpretación crítica de la globalización. Solo si interpretamos ese fenómeno desde una visión responsable de la libertad podremos decantarnos en uno u otro sentido pero, para ello, tendremos esperar a las siguientes entregas. 

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