jueves, 2 de agosto de 2012

¡No sabéis cómo añoro los principios de la década de los 90!


Probablemente podría añorar esa etapa por muy diversos motivos pero esta vez, dado que nos encontramos a principios de agosto y que este va ser mi ultimo post hasta inicios de septiembre, me ceñiré solamente al concepto de las vacaciones y a como se vivían hace tan solo dos décadas.

Las vacaciones son un periodo de descanso necesario para el ser humano, de ruptura con la rutina, de cambio de escenarios, de regeneracion vital. Las vacaciones son precisas para recuperar la ilusión y la frescura, para congraciarse con la familia mas cercana, para profundizar en el conocimiento de los amigos y para vislumbrar el horizonte con mayor perspectiva.

Por desgracia esa finalidad de los periodos vacacionales, como tantas otras cosas, tambien está hoy en peligro debido a la globalización, a la irrupción imparable de las tecnologías y a la insaciable voracidad del entorno empresarial que enguye la vida y el tiempo de sus hijos cual Saturno insaciable. Pero mas peligroso que esos factores es la incapacidad del ser humano de saber romper cuando es necesario con las inercias propias y las costumbres transformadas en patologías.

Alumbremos lo que quiero decir con un ejemplo relativo a mi propio periodo vacacional que iniciare en breves dias. Dado que muchos de mis partners y projectos están en el resto de Europa o en America, quienes tienen costumbres vacacionales muy distintas a las españolas, voy a tener que estar en contacto más o menos continuado por si surgen novedades inesperadas. Es mas, mis partners alemanes, franceses o peruanos, no dudaran en llamar directamente a mi teléfono móvil si consideran que un determinado tema es urgente, lo sea realmente o no, a pesar que que esté disfrutando de un merecido periodo de descanso o de que algún otro profesional esté supliendo mi ausencia por si acaso.

El teléfono móvil se ha convertido en una coartada para cualquier cosa porque se supone que debes atenderlo en cualquier momento y situación. No hemos interiorizado un protocolo de actuación racional para ese aparato que interrumpió en nuestras vidas no hace tanto. De hecho, el ser humano ha adaptado sus costumbres a la existencia del nuevo aparato y no al revés. El teléfono móvil, o serán sus usuarios, no respetan ni los periodos de descanso, ni las vacaciones, ni las mas elementales reglas de urbanidad y algunos, afortunadamente no todos, clientes, partners o todo tipo de relaciones, se sienten en el pleno derecho de llamarte en los momentos mas intempestivos por cualquier motivo, siempre supuestamente razonable para el emisor de la llamada.

Pero, ¿y usted?, confiéselo, ¿no me dirá que no ha contestado en alguna ocasión el teléfono móvil cuándo está sentado en el inodoro o saliendo de la ducha, por no imaginar situaciones más escabrosas?

Aunque no solo es el telefono móvil, también es el correo electrónico, o las redes sociales. “Te envié un correo esta mañana y todavía no me has contestado ¿cómo es posible? ¿hace unas horas he enviado un tweet y no has dicho nada? ¿es que ya no compartes tus fotos en facebook?...”

Ya no existe la piedad ni la presunción de descanso para el profesional de hoy en dia. Si deseas priorizar tu privacidad corres el riesgo de que te vean como a un bicho raro. No se puede entender que no estés contestando los mails o cualquier otro tipo de mensaje prácticamente al instante.

Pero permítanme volver a mi caso. Tengo un conference call justo en medio de las vacaciones, me van a enviar dos contratos para que los revise, mi móvil debe permanecer abierto porque hay algun proyecto que puede tener complicaciones, mis seguidores pueden pensar que estaré escribiendo posts o tweets desde la playa mas recóndita a la vez que cuelgo fotografías en facebook convirtiendo asi unas vacaciones de relajación y descanso en una terrible esclavitud hacia las pérfidas herramientas que se supone hacen nuestra vida mas eficiente, conectada y placentera. ¿O seré yo el problema porque no puedo prescindir de la conexión tan solo durante unos días?

Recuerdo aquellos años de principios de los noventa en los que estas maravillosas herramientas no existían y en que los problemas que pudieran surgir durante los períodos vacacionales, cada vez más cortos por otro lado, se solucionaban igual sin tener que tener tu vida expuesta en un escaparate publico que escapa totalmente a tu control. Tal vez la comunicación era mas lenta y farragosa pero, desde luego, el respeto propio y ajeno al descanso y a la privacidad humana estaba por encima de otras consideraciones salvo circunstancias verdaderamente excepcionales

Durante estas vacaciones he pensado en no llevar conmigo ni teléfono móvil ni artilugios tales como tablets o similares que me permiten estar permanentemente conectado pero en el ultimo momento cambie de opinión, ¿qué culpa tienen los susodichos artilugios cuando el único culpable es uno mismo, el que no sabe utilizarlos de una forma racional y ponerlos verdaderamente al servicio del ser humano?

Tal vez sea yo el que no deba marchar de vacaciones y deba buscar así la correspondiente penitencia por ser incapaz de prescindir de tan maquiavélicos instrumentos.

En cualquier caso, la decisión la tomare en las próximas horas. Descansa y, para ello, desconecta en el sentido mas estricto de la palabra. Feliz verano.

1 comentario:

Puki dijo...

Marc, completamente de acuerdo contigo. ¡Qué bonito era viajar de Barcelona a Zaragoza u otras rutas, sin que nadie interrumpiera tus pensamientos creativos, buenas ideas, agenda del día a desarrollar o solamente la música de la radio que vivíamos privadamente en el interior de nuestro coche!. Me temo que todo ello se quedará -como tantas otras cosas- en el baúl de los recuerdos, incluida Karina. Te (os) deseo feliz verano, con las mínimas interrupciones telefónicas.