El
25 de junio del pasado año publiqué un post basado en la visión
que, del dinero, nos presenta Ayn Rand, filósofa norteamericana,
madre de la corriente objetivista, partidaria de un liberalismo puro
-que no neoliberalismo-, convencida del poder del empuje individual
basado en la satisfacción del interés personal pero enormemente
comprometida con que ese empuje solo puede estar justificado con la
creación real de riqueza. Enemiga de la regulación y del aparato
estatal, Ayn Rand me provoca emociones contradictorias. Por un lado
me provoca una cierta admiración por esa visión ultraliberal que
requiere de empresarios de sólidas convicciones éticas y morales
-no hay más que fijarse en algunos de los personajes de su novela
"Atlas Shrugged"- pero por otro lado me provoca miedo
porque las cosas, por desgracia, no son así y esa visión ética en
el mundo de la empresa (aunque tampoco es muy distinto en el mundo de
lo público) brilla por su ausencia.
Es
por ello por lo que sigo opinando que la combinación de una
mentalidad liberal de corte ético en lo empresarial junto con un
estado democrático en lo político que, con regulaciones adecuadas
para evitar desmanes en el mundo de lo económico, vela por la
adecuada redistribución de riqueza, sigue siendo la mejor de las
posibilidades.
Pero
no quiero alargarme sobre ello. Tan solo, en este breve post de hoy
y, dadas las noticias que nos abruman cada día en casi todo el
mundo, quisiera sin más dejar para la reflexión una frase de Ayn
Rand extraída de su obra maestra, "Atlas Shrugged". Doy
por título a la frase, "La sociedad condenada". Disfrútala
y piensa.
"Cuando
advierta que para producir necesita obtener autorización de quienes
no producen nada; cuando compruebe que el dinero fluye hacia quienes
trafican no bienes, sino favores; cuando perciba que muchos se hacen
ricos por el soborno y por influencias más que por el trabajo, y que
las leyes no lo protegen contra ellos sino, por el contrario, son
ellos los que están protegidos contra usted; cuando repare que la
corrupción es recompensada y la honradez se convierte en un
autosacrificio, entonces podrá afirmar, sin temor a equivocarse, que
su sociedad está condenada."
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