¿Acierta un historiador cuando
describe una serie de “hechos” históricos?
Cuando
hablamos de “lo real” nos referimos a aquello que es auténtico,
a la inalterable verdad, a aquello que es la dimensión externa de la
experiencia.
“Lo
real” existe en oposición a “la realidad”, que está más bien
basada en la percepción sensorial de las cosas.
Sin
embargo, en nuestra vida cotidiana, en nuestro hablar diario, no
distinguimos de manera tan afinada entre ambos términos como sí se
hace en filosofía. Así, confundimos ambos conceptos, lo real y la
realidad y los vemos de forma indistinta. De la misma manera,
confundimos y mezclamos en nuestra forma de pensar términos como,
verdad, hechos, realidad, lo real.
Probablemente
no hay ciencia en que la demostración empírica de los hechos
observables haya avanzado más que en la física clásica. Los hechos
en física son siempre demostrables, medibles, observables. Podríamos
decir incluso que difícilmente opinables. A pesar de ello, incluso
en física, la cosas no siempre son lo que parecen. En 1927, Werner
Heisenberg, físico alemán y uno de los padres de la física
cuántica, formuló su famoso principio de incertidumbre que de forma
muy simplificada viene a decir que en física experimental, la posición
del observador o el sistema de medición utilizado en un experimento
siempre
acabará perturbando en cierta medida los resultados observados y,
por tanto, las conclusiones de la investigación.
No
pretendo introducirme en el mundo de la física, campo que no domino
ni pretendo dominar pero, si ese principio de incertidumbre influye
en nuestra percepción incluso de los hechos físicos, ¿cómo no va
a influir en otras áreas del conocimiento o en otros ámbitos del
comportamiento social que son mucho más opinables?
Todos
conocemos una famosa frase atribuida al escritor británico George
Orwell que dice que la historia siempre la escriben los vencedores.
Con esa frase tenemos ante nuestros ojos la versión, en clave de
historia, del principio de incertidumbre de Heisenberg. Entendemos
como historia aquellos periodos de la humanidad de los que hemos
podido encontrar huellas escritas de los hechos ocurridos pero, seguro que lo han pensado alguna vez:
alguien escribió aquellos textos, alguien añadió al relato de las
cosas el sesgo propio del observador, de su entorno, de sus anhelos,
de sus fobias y de sus filias. De la misma manera que las películas
que narran hechos históricos difícilmente lo hacen de una forma
neutral y siempre encontramos en ellas los sesgos propios,
conscientes o inconscientes, de quienes la han hecho posible.
Y,
¿qué me dicen de la prensa?, ¿es verdaderamente objetiva e
independiente tal y como se definen tantos y tantos medios de
comunicación? La respuesta es rotundamente no. La la única
diferencia es que pueden existir medios de comunicación en los que
el sesgo en su visión de las cosas sea más consciente que en otros,
pero poco más. Por tanto, en el mejor de los casos, estaría
dispuesto a reconocer que puede existir prensa con un cierto nivel de
independencia -aunque tampoco eso me parece muy seguro- pero no creo
que existe prensa objetiva por el simple motivo de que la objetividad
-principio de incertidumbre de Heisenberg aplicado a las ciencias
sociales-, no existe.
Supongo
que muchos de ustedes lo habrán hecho alguna vez pero, prueben a
leer una misma noticia en tres o cuatro rotativos diferentes. ¿A que
en ocasiones parece que se enfrenten a realidades completamente
distintas? Entonces, ¿qué hacen los medios de comunicación?:
¿informan, adoctrinan, son altavoces de opinión? Prefiero dejar la
respuesta a su buen criterio, yo no lo tengo nada claro.
Y,
¿qué me dicen de la economía? No hay nada peor para una ciencia
social como la economía que el hecho de haberse matematizado de
forma tan profunda. En economía la realidad suele explicarse a
través de cifras pero, ¿qué cifras escojo? Las realidades
complejas requieren de una gran batería de datos para intentar
acercarse de forma lo más racional posible a la comprensión de la
misma pero incluso un observador supuestamente neutral de un hecho
económico suele poner más énfasis en unos datos que en otros por
los motivos más variopintos y por ello la objetividad en economía
es también algo de lo más discutible. Desconfien de cualquier persona que
pretenda influir en su opinión sobre algún tema complejo
esgrimiendo tan solo una o dos cifras. O no sabe o pretende llevar el
ascua a su sardina.
Podría
seguir hablando de otras disciplinas, poniéndoles multitud de
ejemplos, hablando de la inexistencia de la objetividad también en
política y de la aplicación del principio de incertidumbre de
Heisenberg a muchas facetas de la vida pero creo que ello excedería
del propósito de este blog y prefiero que ustedes se imaginen todo
tipo de situaciones en las que ese principio se aplica. Lo único que
me atrevo a asegurarles es que la verdad no existe.