miércoles, 22 de octubre de 2014

No hay nada más "de izquierdas" que ser liberal (I: El secuestro de la ciudadanía)

Estoy seguro de que a muchos de mis amigos y conocidos les molestará este titular pero les aseguro que no es un titular baladí ni un brindis al sol. Es una frase profundamente reflexionada y que se basa en la observación de lo que pasa a nuestro alrededor y en notables evidencias económicas e históricas.

Desde joven me he considerado "de izquierdas" aunque nunca he tenido afinidad clara por partido político alguno. Aunque podría decantarme por una definición académica de lo que significa ser de izquierdas o, expresión que ha pasado a ser sinónimo de esta en los últimos tiempos, "ser progresista", prefiero desgranar aquí mi propia definición que estoy seguro que harán suya muchos de mis lectores.

Ser de izquierdas significa luchar por un mundo mejor, más justo, más democrático y dinámico, con más altos niveles de educación y de progreso humano sostenible, con mayores oportunidades para todos y con más igualdad en el acceso a esas oportunidades. Un mundo en el que el bienestar del ciudadano entendido en el sentido más amplio del término sea el eje de la actuación de todos los actores sociales. Ser de izquierdas significa vivir en un mundo en el que la desigualdad entre sus diferentes estratos sociales sea limitada y en el que la desigualdad que pueda existir esté motivada básicamente por los mayores méritos de unos frente a otros. Un mundo en el que aquellos que tengan problemas serios gocen de una adecuada protección social.


Podría extenderme más pero creo que es suficiente porque la anterior definición ya me provoca una gran desazón cuando comparo las implicaciones de la misma con lo que se interpreta como conductas progresistas o de izquierdas por parte de las formaciones políticas que se consideran como tales y por parte de muchos Estados en diversas partes del mundo, en especial en la vieja y decadente Europa.

La realidad es que, de forma muy especial en las últimas décadas y desde el final de la segunda guerra mundial, los Estados han ido secuestrando poco a poco a la ciudadanía y se han hecho con el monopolio de lo que implica el progreso con algunas diferencias, aunque no excesivamente significativas si lo miramos desde un punto de vista histórico, cuando el aparato del Estado ha estado en manos de partidos autodenominados de izquierda o cuando ha estado en manos de partidos de corte conservador.

En la definición que acabo de darles sobre lo que entiendo por "la izquierda", en ningún momento me he referido al Estado, sino que me he referido a los "actores sociales" como aquellos en los que recae la responsabilidad de que en el centro de la actuación de la sociedad se sitúe el bienestar del ciudadano. El Estado es sólo uno más de los actores sociales y no tiene porqué ser el principal. Sin embargo, la actuación de la mayoría de partidos "de izquierda" sitúa en el centro de su acción el incremento del papel del Estado en la sociedad. ¿Es acaso un Estado grande y fuerte sinónimo de ser "de izquierdas"?

Desde la década de los cincuenta del siglo pasado, con el pretexto de la aplicación de un sistema democrático, que la inmensa mayoría defendemos, en la mayor parte del orbe se está produciendo una elefantiasis colosal en el tamaño de los Estados al adquirir estos el quasi monopolio de esa responsabilidad, que debería ser de la sociedad en su conjunto, para conseguir el bienestar del ciudadano.  El lado oscuro de ese Estado protector y pesado es que acaba aplastando la iniciativa individual y que pude acabar inhibiendo la naturaleza solidaria del ser humano al ser esta delegada por los ciudadanos en los Estados.

Ese secuestro del ciudadano por parte de los Estados es hoy en día uno de los mayores peligros de la humanidad. Se agrava con el hecho de que, al ser la mayoría de estos Estados de corte democrático y estar regidos por los representantes de los ciudadanos elegidos de forma supuestamente libre, tenemos todos una falsa sensación de libertad mientras que el enorme aparato en que se han convertido, o en que hemos dejado que se conviertan, actúa con total impunidad amparado por la supuesta "legitimidad democrática" y por una ingente maraña legal que "nuestros representantes" siguen tejiendo y tejiendo para perpetuar su función y seguir manteniendo un férreo control sobre la ciudadanía con la excusa de que son los depositarios de la voluntad popular y de que tienen el mandato de la protección del ciudadano. Para protegerte te he de controlar y para hacerlo he de legislar. ¿Es ultraproteger al ciudadano una política de izquierdas

Este post es sólo un "calentamiento" filosófico. En próximos posts seguiremos analizando diversas dimensiones de este fenómeno.

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