Reflexionemos hoy sobre el peso de los Estados en la economía. En la mayor parte de países
occidentales, el tamaño del sector público oscila entre un 35% y un 55% del PIB. Ello significa que, de
la riqueza que generan las actividades públicas y privadas, los Estados se quedan con esos porcentajes para
soportar su mantenimiento y sufragar los principales servicios públicos,
para redistribuir recursos de forma que las desigualdades sociales disminuyan,
se realicen inversiones públicas para incentivar el progreso y se cubran los programas de
protección social. Determinados impuestos son progresivos (Renta) y supuestamente se aplican a los ciudadanos en función a sus ingresos, pero otros no lo son (IVA) y se aplican de manera indistinta sea cuál sea la renta que uno genere o el patrimonio del que disponga.
Por cierto, en un par de ocasiones en los últimos años, se me ocurrió hacer un cálculo aproximado de lo que pagábamos en mi unidad familiar en concepto de todo tipo de impuestos, arbitrios, cargas sociales y tasas. Diligentemente construí una tabla de excel e introduje los datos de impuestos sobre la renta, pagos a la seguridad social, tanto los descontados en nómina como aquellos que son por cuenta de la empresa, añadí los impuestos y tasas municipales así como los impuestos especiales. Añadí también, no sin cierto esfuerzo, una estimación bastante aproximada de los pagos por IVA de todo el consumo que anualmente realizábamos. Finalmente sumé el resultante y lo comparé con los ingresos brutos totales (incluyendo los costes de la seguridad social satisfechos por la empresa como si eso también fuera un ingreso). Les aseguró que todavía no me he recuperado del impacto.
Pensé que aquello tenía que ver con mi nivel de renta aunque este es de un nivel medio y realicé un par de simulaciones, una para una renta bastante más baja y otra para una renta bastante más alta. Llegué a la conclusión de que no me había equivocado en mi primer análisis pero a ello le añadí el detalle de que el nivel de progresividad del sistema fiscal que tenemos deja muchísimo que desear en la realidad y de que la progresividad se acaba en las clases medias.
¿Qué es lo que ocurre en la realidad? Que ante tamaño
expolio democrático por parte de los Estados, el comportamiento de los ciudadanos
se modifica de forma imperceptible pero constante. Recuerden que los sistemas
impositivos y, en general, las normas y leyes, tienen la propiedad de modificar
conductas. ¿En qué
sentido se modifica el comportamiento ciudadano tras
décadas de sufrir tamaña sangría casi sin enterarse y,
en ocasiones, incluso aplaudiendo la "deriva social" de sus Estados:
1-
Casi sin darse cuenta, la
ciudadanía y los agentes económicos en general, empiezan a ser
menos proactivos y a fiarlo todo a la acción del Estado
cuando se producen situaciones imprevistas. Ello merma la resiliencia y la
capacidad de reacción del ciudadano, disminuye su sentido de la responsabilidad ante
cierto tipo de situaciones porque “para
ello vota y para ello paga impuestos”.
Ello dificulta también la aparición de iniciativas privadas de carácter
solidario y de beneficencia que se responsabilicen de cubrir determinadas
necesidades sociales puesto que sus pocos y heroicos paladines no siempre lo
tienen fácil para conseguir socios y patrocinadores.
2-
Cuando eso ocurre y, a partir de determinado nivel de presión impositiva, la actividad económica y la
creación de riqueza en general no son óptimas, bien
porque los ciudadanos con más recursos deciden llevar
su actividad económica a lares "más baratos" en términos
fiscales bien porque, simplemente deciden reducir su nivel de actividad ya que
el conseguir un ingreso adicional de 1 €, les
proporcionará un incremento real de su renta disponible tan nimio que ya no
quieren invertir el esfuerzo necesario. Los incentivos al progreso y al riesgo
se reducen y ello no crea oportunidades sino que las disminuye. Subir los
impuestos no es necesariamente de izquierdas en una sociedad que ya tiene una
carga impositiva demasiado elevado de por sí.
3-
Es verdad que esa disminución
de oportunidades podría suplirse por la acción inversora de un Estado que
cuenta con suficientes recursos para ello pero nada te asegura que las
decisiones de inversión del aparato estatal se realicen con criterios de eficacia y
eficiencia económica y social puesto que quienes toman las decisiones difícilmente
arriesgan gran cosa más que un dinero que no es de ellos y por tanto, el papel de
contrapeso y de creación de oportunidades que permite el aparato estatal, tendrá menos impacto y menos capilaridad que el que proviene de la
actividad privada. El hecho de que los representantes del Estado sean elegidos
de forma supuestamente democrática no quiere
decir necesariamente que el proceso de toma de decisiones que llevan a cabo esos
representantes políticos o los
empleados públicos esté inefablemente orientado al bienestar del conjunto de los
ciudadanos. O, por lo menos, ni más
ni menos que podría estarlo una
decisión tomada por
agentes privados con una adecuada conciencia social.
Creo humildemente que hay otra forma de hacer las cosas que no
implique que los Estados priven a los ciudadanos de entre un tercio y la mitad
de la riqueza que trabajosamente generan para supuestamente redistribuirla y
mantener los servicios públicos. Un Estado
social no necesariamente ha de ser un Estado grande sino un Estado musculado,
fibroso que detrae pocos impuestos de la riqueza nacional y que regula poco pero de forma sabia y
social para asegurar que los ciudadanos tienen a disposición servicios sociales adecuados aunque no sea el propio Estado el
que los preste.
En próximos posts
seguiremos analizando diversas dimensiones de este fenómeno.
1 comentario:
ES una reflexion que va bastante en la linea d elo que pienso. Loes estados tienen que adelgazar, pero sin ese musculo se fia a la etcia de la sociedad el amparo a los mas desprotegidos. No se si tenemos una sociedad lo suficientemente altruista como para que esto sea una realidad. La clave quizas es trabajar las estructuras del estado de manera que la aparicion de esa parte dela sociedad deprotegida sea una anomalia a tratar pero una una constante que no cesa de crecer. Formación, etica empresarial, cultura del esfuerzo
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