viernes, 24 de noviembre de 2023
lunes, 30 de enero de 2017
Legitimidad y liderazgo
Tan
solo hace unas semanas escribía en estas mismas páginas un post titulado
“Liderando en Wall Street”. Tenía pensado enfocar mi siguiente escrito hacia
algún tema diferente pero, por desgracia, los últimos acontecimientos que hemos
vivido en el mundo me han llevado a reflexionar otra vez sobre el liderazgo.
De
nuevo me sumerjo en lecturas infinitas para indagar sobre lo qué entendemos por
líder y por liderazgo y, de nuevo algo dentro de mí me arrastra a no ahondar
más en Platon, Maquiavelo o Sun Tzu y a utilizar mi experiencia y mi olfato, a
leer de los éxitos y de los fracasos en la práctica del liderazgo. Y esta vez me hago una pregunta, ¿es legítimo
cualquier liderazgo si es aceptado por aquellos que son liderados?
¿Es
legítimo un líder porque haya sido escogido por los electores, porque haya sido
ratificado por una junta de accionistas, porque haya sido nombrado por un
consejo de administración o porque lo hayan votado unas bases?
Me temo
que la respuesta a esas preguntas es muy obvia. El líder que lo es porque ha
llegado al liderazgo siguiendo procedimientos establecidos y consensuados por el
colectivo que le otorga el liderazgo, es un líder legal pero no necesariamente
legítimo. Porque el liderazgo es siempre
otorgado, en eso está la clave de su legalidad primero, y de su legitimidad,
tal vez, después.
La
legalidad del liderazgo estriba en el respeto al proceso de elección o de
nombramiento del líder. La legitimidad del líder se basa en la forma en la que
este ejerce el liderazgo, con independencia de la legalidad o no del proceso
que le ha llevado al mismo. Por ello puede haber líderes legales que no sean
legítimos y líderes que no hayan llegado al liderazgo por vías legales pero que
se han convertido en líderes legítimos. La historia está llena de todo tipo de
ejemplos de ambas situaciones.
De
nuevo ahondando en la experiencia, llevo a la conclusión de que el líder
legítimo es aquel en el que se dan tres características:
-
Abandera e interpreta el propósito de la organización que lidera forma
inclusiva y basada en valores universales,
-
Muestra un profundo respeto por la comunidad que lidera y es
consciente de que el liderazgo es otorgado y efímero,
-
Domina las técnicas de comunicación y de gestión que lo conviertan en
un líder eficaz.
Me temo
que cuando en las escuelas de negocio se debate sobre liderazgo, nos centramos
demasiado en el tercer punto y pasamos de puntillas sobre los dos primeros.
No
existe líder legítimo sino abandera un propósito claro para la comunidad que
lidera, si este propósito no es suficientemente inclusivo, si excluye del mismo
a partes relevantes de su comunidad, o si el propósito que abandera se opone a
los valores universales.
No
existe líder legítimo sino muestra respeto total a la comunidad que lidera y a
todos sus componentes, escuchando, interpretando y tomando las decisiones más
adecuadas para la mayoría de la comunidad, intentando no dejar a nadie atrás.
Y, aunque
menos relevante, no existe líder legítimo sino domina con suficiencia aquellas
técnicas que le van a permitir llevar a cabo sus funciones como líder con
eficacia y sensatez.
A veces, ser un líder legítimo no es fácil. En
ocasiones puede incluso ser una profesión de riesgo dado que puedes tener que
enfrentar al colectivo al que lideras con sus propias contradicciones y ello
puede poner en peligro tu propio liderazgo pero, créanme, jamás ha existido un
gran líder que no haya sido un líder legítimo.
miércoles, 23 de noviembre de 2016
Liderando en Wall Street
Existe una gran cantidad de bibliografía sobre
liderazgo. Muchos de nosotros hemos leído todo tipo de artículos y libros al
respecto. Hemos devorado teorías y admirado biografías de aparentes grandes
líderes que, supuestamente, deberían mostrarnos el camino al éxito.
Pero algunos de nosotros, solo algunos, hemos
sido también líderes. Hemos tenido a nuestro cargo equipos de personas, de
mayor o menor dimensión, aunados en la persecución de un objetivo común. Y los
que lideramos o hemos liderado equipos durante muchos años, sabemos que, entre
la tinta escrita en los libros de management y la práctica real del noble arte
de liderar hay, en ocasiones, grandes diferencias prácticas.
Permítanme que me olvide de las teorías y me
centre en las experiencias y las sensaciones de años de liderazgo.
Para mí, liderar tiene mucho que ver con un
trabajo profundo y sin desmayo en tres ámbitos fundamentales:
- Ayudar al equipo a encontrar el sentido de nuestra misión como
empresa y de nuestro trabajo en particular,
- Predicar con el ejemplo, siendo un modelo de comportamiento, no
solo en lo profesional, sino en la manera de ver la vida y,
- Administrando las reglas del juego que rigen la vida del equipo
con un elevado sentido humanista y de la justicia.
Tal vez me esté alejando de teorías más sesudas
y complejas pero les aseguro que centrar mi ejercicio del liderazgo en esos
tres ejes siempre me ha dado buen resultado. Bueno, siempre no. Casi siempre.
En alguna que otra ocasión he tenido algún fracaso intentando aplicar mis
particulares teorías.
Porque lo cierto es que, ahora que lo recuerdo,
en algunos momentos de mi vida profesional, ese estilo de liderazgo me ha dado
verdaderos quebraderos de cabeza. Y es que, liderar de esa forma en una empresa
que tenga como objetivo central y casi único la rentabilidad y la consecución
de valor para los accionistas, en que las relaciones entre las personas se
basan principalmente en una dura competencia para ganar poder o influencia o
para conseguir ascensos, es prácticamente imposible o, al menos, muy difícil de
practicar. Puede llegar a ser un suicidio profesional salvo que tengas aliados
muy sólidos en la organización para pilotar un cambio de cultura.
¿Cómo vas a centrarte en profundizar en el
sentido social o humano de las cosas allá donde lo único que importa es el
dinero?
¿Qué tipo de ejemplo de comportamiento puedes
dar allá dónde solo se esperan codazos y enfrentamientos sutiles para ganar
poder?
¿Cómo vas a aplicar la justicia y un respeto
profundo por el ser humano allá dónde el ser humano no es más que un
instrumento para satisfacer la codicia de algunos y dónde un buen número de
esas personas se suman gustosas a ese juego letal persiguiendo una quimera
insensata?
Cada vez me es más difícil ejercer el liderazgo
en organizaciones que no tienen un claro componente social o que no entienden
el beneficio tan solo como una consecuencia de contribuir al bienestar de la
comunidad, sino que lo ven como un fin en sí mismo. Empresas que no entienden
que están al servicio de las personas y que se sirven de los recursos naturales
como si estos fueran ilimitados.
No se, pero en estos momentos no puedo
imaginarme cómo puede ser el tipo de liderazgo real (no el que nos explican en
artículos y panfletos) que se utiliza en alguno de los gigantes de Wall Street.
Tal vez prefiera no saberlo o, tal vez algún día investigue sobre ello y se los
cuente en estas páginas.
martes, 12 de abril de 2016
Cuando la política monetaria no es suficiente
No hace demasiado nos despertamos con la
noticia de que el Banco Central Europeo había bajado los tipos de interés hasta
el 0% y, entre otras medidas, había incrementado su programa mensual de compra
de deuda hasta en 20.000 millones de euros adicionales incluyendo además en el
mismo, determinadas emisiones de deuda privada,
Esas medidas tienen el objetivo de dinamizar la
actividad económica, insuflar liquidez en el circuito bancario para animar la
concesión de crédito y combatir las tendencias deflacionistas.
Pero, ¿es acaso siempre la solución a los males
que aquejan a nuestras economías el recurrir a este tipo de política monetaria?
¿Cuántos años llevamos, y no solo en Europa, recurriendo a esta clase de medidas
sin acabar de salir del bache en el que nos encontramos?
La política monetaria puede ayudar a ganar
tiempo con el fin de implantar otro tipo de reformas de mucho más calado pero,
cuando se convierten en casi el único recurso, sin acudir a otro tipo de
políticas sociales y fiscales, o sin que el cambio de comportamiento de los
diferentes agentes económicos pueda jugar un papel, con independencia de lo que
hagan o dejen de hacer los gobiernos, a los que tanto nos fiamos, la política
monetaria puede acabar convirtiéndose en una bomba de relojería.
En los años previos a la crisis vivimos un
largo tiempo de intereses reales negativos y ello solo provocó que se
hincharan, hasta explotar, burbujas especulativas de todo tipo. Ahora no
tenemos técnicamente, tipos de interés negativos pero si tenemos
psicológicamente, tipos históricamente bajos. Además, las enormes inyecciones
de liquidez que van a parar al sistema bancario en buena medida, engordando artificialmente el balance
de los bancos centrales, no están sirviendo para impulsar el crédito productivo
y pueden acabar impulsando, más tarde o más temprano, nuevas e inesperadas
burbujas e incrementando más, si cabe, el ya abultado endeudamiento global.
¿Hasta cuando podemos esperar que los bancos
centrales continúen engordando artificialmente su balance sin que ello acabe
pasando una dolorosa factura a la economía real?
El verdadero problema estriba en el deficiente
funcionamiento del sistema capitalista, que no se soluciona solo por la
aplicación de más controles y con más intervención pública, y que acaba manifestándose en forma de una creciente
desigualdad, tanto entre diversas zonas del globo como dentro de un mismo país,
provocando una desaparición paulatina de las clases medias que son las que
alimentan al sistema y la desactivación del ascensor social que le dota de
dinamismo.
El sector público poco puede hacer para abordar
este problema por razones diversas. En primer lugar porque al ser un problema
global requeriría de una gobernanza global que no existe y que está lejos de
existir. En segundo lugar porque, aunque se pudieran implementar medidas a
nivel nacional o supranacional, los políticos actuales acaban recurriendo a las
mismas viejas recetas de siempre, incrementando la presión fiscal, los controles
y las normas, con lo que acaban limitando la creatividad y la iniciativa. Y,
por último, porque en la mayoría de países existe tal déficit de legitimidad
democrática, que, aunque las dos razones anteriores pudieran soslayarse y se
pudiera avanzar de alguna forma, el necesario consenso social sobre medidas
drásticas y profundas, sería casi imposible de conseguir.
La historia nos dice que las realidades cambian
cuando las sociedades avanzan y progresan forzando a los poderes públicos a
reinventarse y adaptarse a los nuevos tiempos. Necesitamos un cambio profundo
en la conciencia de los individuos y de las empresas que nos lleve a una manera
distinta y humanista de interpretar las relaciones económicas. Cuando los
consumidores piensen más allá de su "función de utilidad" a la hora
de consumir y cuando las empresas vean más allá de su cuenta de resultados a la
hora de enfocar sus actividades productivas, estaremos sentando la primera piedra de un necesario cambio de
paradigma,
Mientras esto no ocurra y los ciudadanos no
tomemos las riendas, podemos seguir esperando a que el continuo crecimiento de
la política monetaria nos vuelva a jugar una mala pasada y tengamos que volver
a lamentarnos por nuestra mala cabeza.
viernes, 8 de abril de 2016
Voice of America Radio Show: "Building Banking on Values"
Click at the link below to follow the Building Banking on Values radio show at Voice of America, with Linda Ryan.
http://www.voiceamerica.com/jwplayer/HostPlayer.html?showid=2549
lunes, 1 de febrero de 2016
El lado oscuro
De
cierto contenido metafórico, la saga “La Guerra de las Galaxias” nos deja, en
varias de sus entregas, frases para la reflexión.
Una
saga cinematográfica que, en el fondo, se resume en una lucha entre el bien y
el mal, representados estos por “el lado luminoso de la fuerza” y por su cara
opuesta, “el lado oscuro”.
En
nuestras sofisticadas sociedades occidentales, tendemos a relativizar el mal. A
situarlo a menudo dentro de un contexto que suavice sus aristas, que busque sus
causas últimas, a veces que socialice sus orígenes convirtiendo a multitudes
silentes y perplejas en supuestos responsables de lo que hacen unos pocos. Pero
el mal es el mal, debe ser primero prevenido, cuando se produce, corregido y, por último, castigado.
También
en la actividad empresarial podemos encontrarnos con el mal latente en aquellas
actitudes que se afanan en perseguir la maximización del beneficio sin atender
a ninguna otra consideración. En otras que buscan el poder de manera patológica
o que se concentran en conseguir el dominio cuasi monopolístico de los mercados
en los que operan sin preocuparse por lo que conviene a la sociedad en general.
Afortunadamente,
muchos altos directivos y consejeros ya empiezan a entender la necesidad moral
y también las ventajas prácticas de alinearse con “el lado luminoso de la
fuerza”, aunque seguimos intuyendo el poder del “lado oscuro” en multitud de
situaciones que se producen continuamente en el mundo empresarial.
En una
de las películas de la saga, el inefable Yoda confiesa a Luke Skywalker que “el
miedo es el camino hacia el lado oscuro”. El miedo a la pérdida de relevancia
de una empresa dentro de su sector. El miedo al análisis inmisericorde,
cortoplacista, y a veces sesgado, de los mercados financieros. El miedo a caer
en desgracia. El miedo a que la cuenta de resultados no presente crecimientos
constantes. El miedo a perder cargos y prebendas. ...
Aunque
pueda haberles parecido un tanto copernicano el giro que acaba de tomar mi
relato, puedo asegurarles que la gestión del miedo es un elemento indispensable
en el diseño de los modelos de gobierno de las empresa.
Precisamente por eso es tan importante el adecuado diseño de esos modelos de gobierno. De ahí la relevancia de la presencia de consejeros independientes dentro de los órganos de administración, con experiencia y éticamente irreprochables, que se impliquen en la selección de los altos cargos directivos, nombrando personas que no solo sean capaces, sino que tengan sólidas convicciones. Consejeros independientes, que acompañados de estatutos que les permitan llevar a cabo su función sin caer en la tiranía de las mayorías y de las luchas de poder, sean capaces de prevenir el miedo y de corregirlo si este se produce. Consejeros que acompañen a los ejecutivos en su duro camino, que arropen sus reflexiones facilitando decisiones sensatas y equilibradas.
La
composición y la regulación de un consejo de administración no es tan solo un
trámite más para cualquier empresa, pequeña o grande, es un ejercicio de prevención
del miedo. Es un antídoto contra el lado oscuro.
jueves, 5 de noviembre de 2015
Is Human Nature a Threat to Sustainable Banking?
Is human nature a threat to sustainable banking?http://www.worldfinance.com/banking/is-human-nature-a-threat-to-sustainable-banking
lunes, 19 de octubre de 2015
Un modelo de banca para salvar nuestro planeta: ese “pálido punto azul”.
El próximo jueves , día 22 de octubre de 2015, celebramos, la segunda
edición anual del día mundial de la banca con valores (#BankingOnValues),
auspiciado por los 27 bancos miembros de la Alianza Global para una Banca con
Valores (www.gabv.org) y por otros socios
estratégicos en los cinco continentes.
Algunos se estarán planteando qué hacen unos banqueros celebrando algo
como “el día de la banca con valores”. ¿Qué demonios es eso? ¿El negocio de la
banca no tiene que ver con ganar dinero?
La respuesta es no. Ese no es y no debería ser el negocio de la banca.
Todos los seres humanos de este planeta, con independencia de nuestras creencias, de nuestra nacionalidad de nuestra raza, de nuestra profesión o de nuestro sexo, tenemos una obligación para con el resto de la humanidad y para con la tierra que nos alberga. Ese planeta que la famosa fotografía, titulada “Un pálido punto azul”, tomada por la sonda Voyager I en febrero de 1990 desde seis mil millones de kilómetros de distancia, muestra perdido y solitario en la inmensidad de un universo grandioso que debería convidarnos a la humildad y a la reflexión.
Todas los seres humanos: agricultores, ingenieros, comerciantes, enfermeras
o banqueros, compartimos esa responsabilidad. Responsabilidad que, en el caso
de los banqueros, como en el de cualquier otra persona, no es la de conseguir
cada vez mayores beneficios o mayores ingresos, sino la de dejar un mundo mejor
para las próximas generaciones, un mundo más justo, una tierra más limpia, y
hacerlo, en nuestro caso, desde la actividad propia de la banca.
Los beneficios y el valor para el accionista no pueden ser más que
consecuencias de ejercer esa responsabilidad primaria. No podemos “hacer el
bien” los fines de semana y “hacer negocios” durante los días laborables. Todos
deberíamos tener siempre a mano la
fotografía tomada por la sonda Voyager I para recordarnos quiénes somos,
para visualizar nuesra fragilidad e insignificancia.
Por eso este año, el jueves 22 de octubre, los más de 30.000 banqueros
de la GABV, 27 miembros, distintos asociados, reguladores, políticos y público
en general nos sumaremos a diversos webcast y conversaciones en las redes
sociales cara a apoyar el movimiento
para una banca con valores que se pregunte “¿Por qué no toda la banca lo hace
igual?” Los banqueros de la GABV lo hacemos porque queremos reafirmar nuestro
compromiso con la humanidad, con la lucha contra las desigualdades y con la
preservación de nuestro maravilloso pálido punto azul. Ese insignificante punto
en un universo infinito, pero el único punto en el que asentar nuestra
existencia.
Te invito a celebrar con nosotros el dia de la banca con valores. Sigue
el hashtag #BankingOnValues y participa de nuestros debates. Explica a tus
amigos y familiares que existe un grupo de bancos diferentes que ponen al ser
humano muy por encima de los beneficios y que, desde la banca, trabajan por un
mejor futuro para ese pálido punto azul y para aquéllos que lo habitamos.
De una forma u otra, todos somos banqueros. Dónde y
con quién decidas llevar a cabo tu actividad bancaria, marca la diferencia.
En palabras del famoso astrónomo Carl Sagan:
“Desde este lejano punto de vista, la Tierra puede no parecer muy
interesante. Pero para nosotros es diferente. Considera de nuevo ese punto. Eso
es aquí. Eso es nuestra casa. Eso somos nosotros. Todas las personas que has
amado, conocido, de las que alguna vez oíste hablar, todos los seres humanos
que han existido, han vivido en él. La suma de todas nuestras alegrías y
sufrimientos, miles de ideologías, doctrinas económicas y religiones seguras de
sí mismas, cada cazador y recolector, cada héroe y cobarde, cada creador y
destructor de civilizaciones, cada rey y campesino, cada joven pareja
enamorada, cada madre y padre, cada niño esperanzado, cada inventor y
explorador, cada profesor de moral, cada político corrupto, cada
“superestrella”, cada “líder supremo”, cada santo y pecador en la historia de
nuestra especie ha vivido ahí —en una mota de polvo suspendida en un rayo de
sol.
La Tierra es un escenario muy pequeño en la vasta arena cósmica. Piensa en
los ríos de sangre vertida por todos esos generales y emperadores, para que, en
gloria y triunfo, pudieran convertirse en amos momentáneos de una fracción de
un punto. Piensa en las interminables crueldades cometidas por los habitantes
de una esquina de este píxel sobre los apenas distinguibles habitantes de
alguna otra esquina. Cuán frecuentes sus malentendidos, cuán ávidos están de
matarse los unos a los otros, cómo de fervientes son sus odios. Nuestras
posturas, nuestra importancia imaginaria, la ilusión de que ocupamos una
posición privilegiada en el Universo... Todo eso es desafiado por este punto de
luz pálida. Nuestro planeta es un solitario grano en la gran y envolvente
penumbra cósmica. En nuestra oscuridad —en toda esta vastedad—, no hay ni un
indicio de que vaya a llegar ayuda desde algún otro lugar para salvarnos de
nosotros mismos.
La Tierra es el único mundo conocido hasta ahora que
alberga vida. No hay ningún otro lugar, al menos en el futuro próximo, al cual
nuestra especie pudiera migrar. Visitar, sí. Colonizar, aún no. Nos guste o no,
por el momento la Tierra es donde tenemos que quedarnos. Se ha dicho que la
astronomía es una experiencia de humildad, y formadora del carácter. Tal vez no
hay mejor demostración de la locura de la soberbia humana que esta distante
imagen de nuestro minúsculo mundo. Para mí, subraya nuestra responsabilidad de
tratarnos los unos a los otros más amable y compasivamente, y de preservar y
querer ese punto azul pálido, el único hogar que siempre hemos conocido.
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