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viernes, 8 de abril de 2016
Voice of America Radio Show: "Building Banking on Values"
Click at the link below to follow the Building Banking on Values radio show at Voice of America, with Linda Ryan.
http://www.voiceamerica.com/jwplayer/HostPlayer.html?showid=2549
lunes, 1 de febrero de 2016
El lado oscuro
De
cierto contenido metafórico, la saga “La Guerra de las Galaxias” nos deja, en
varias de sus entregas, frases para la reflexión.
Una
saga cinematográfica que, en el fondo, se resume en una lucha entre el bien y
el mal, representados estos por “el lado luminoso de la fuerza” y por su cara
opuesta, “el lado oscuro”.
En
nuestras sofisticadas sociedades occidentales, tendemos a relativizar el mal. A
situarlo a menudo dentro de un contexto que suavice sus aristas, que busque sus
causas últimas, a veces que socialice sus orígenes convirtiendo a multitudes
silentes y perplejas en supuestos responsables de lo que hacen unos pocos. Pero
el mal es el mal, debe ser primero prevenido, cuando se produce, corregido y, por último, castigado.
También
en la actividad empresarial podemos encontrarnos con el mal latente en aquellas
actitudes que se afanan en perseguir la maximización del beneficio sin atender
a ninguna otra consideración. En otras que buscan el poder de manera patológica
o que se concentran en conseguir el dominio cuasi monopolístico de los mercados
en los que operan sin preocuparse por lo que conviene a la sociedad en general.
Afortunadamente,
muchos altos directivos y consejeros ya empiezan a entender la necesidad moral
y también las ventajas prácticas de alinearse con “el lado luminoso de la
fuerza”, aunque seguimos intuyendo el poder del “lado oscuro” en multitud de
situaciones que se producen continuamente en el mundo empresarial.
En una
de las películas de la saga, el inefable Yoda confiesa a Luke Skywalker que “el
miedo es el camino hacia el lado oscuro”. El miedo a la pérdida de relevancia
de una empresa dentro de su sector. El miedo al análisis inmisericorde,
cortoplacista, y a veces sesgado, de los mercados financieros. El miedo a caer
en desgracia. El miedo a que la cuenta de resultados no presente crecimientos
constantes. El miedo a perder cargos y prebendas. ...
Aunque
pueda haberles parecido un tanto copernicano el giro que acaba de tomar mi
relato, puedo asegurarles que la gestión del miedo es un elemento indispensable
en el diseño de los modelos de gobierno de las empresa.
Precisamente por eso es tan importante el adecuado diseño de esos modelos de gobierno. De ahí la relevancia de la presencia de consejeros independientes dentro de los órganos de administración, con experiencia y éticamente irreprochables, que se impliquen en la selección de los altos cargos directivos, nombrando personas que no solo sean capaces, sino que tengan sólidas convicciones. Consejeros independientes, que acompañados de estatutos que les permitan llevar a cabo su función sin caer en la tiranía de las mayorías y de las luchas de poder, sean capaces de prevenir el miedo y de corregirlo si este se produce. Consejeros que acompañen a los ejecutivos en su duro camino, que arropen sus reflexiones facilitando decisiones sensatas y equilibradas.
La
composición y la regulación de un consejo de administración no es tan solo un
trámite más para cualquier empresa, pequeña o grande, es un ejercicio de prevención
del miedo. Es un antídoto contra el lado oscuro.
jueves, 5 de noviembre de 2015
Is Human Nature a Threat to Sustainable Banking?
Is human nature a threat to sustainable banking?http://www.worldfinance.com/banking/is-human-nature-a-threat-to-sustainable-banking
martes, 23 de junio de 2015
Mixing Politics and Religion is like mixing Banking and Values
While I'm not one for mixing politics with religion, I find it interesting to see the recent Encyclical from Pope Francis, Laudato si' on Care For Our Common Home. And I find the parallel of banking on values or as I like to call it, values-based banking, an interesting, inspiring and let's face it, ironic but related theme.
Pope Francis has challenged the world to act on the greatest threats facing the human family today, as he puts climate change, growing global inequality and the destruction of biodiversity down to a world which has put profit and the drive for relentless growth above all other considerations.
I'd imagine that l, like most people who have heard about the Pope's message, agree that it's time for change. And it's true of the banking system too. Since the financial crisis, there has been a growing awareness of the need for a paradigm shift in the banking and financial industry. We know that we have the power to influence the environment by systemic and personal shifts in behaviour; I argue that the same is true of our personal power to influence the word economy and the financial system; by choosing where we bank, and what we put our money into. Of course we need to change the operation of banking too but that's another blog!
I'm getting to see it day after day in my role as Executive Director of the Global Alliance for Banking on Values (GABV). We're an independent network of banks and banking cooperatives with a shared mission to use finance to deliver positive economic, social and environmental impact. Values-based banking is more then just corporate social responsibility, it's about re-framing banking so that it is put back in the hands of the people and back in service of the people, organisations and communities banks serve.
It's not a new concept but it's growing in popularity. This month alone we announced three new members to the Alliance, First Bank of DC (USA), Ekobanken (Sweden), and Southern Bancorp (USA), which bring us to a group of 28 banks, representing 30,000 co-workers, and 20 million clients across countries in Asia, Africa, Australia, Latin America, North America and Europe, committed to turning the banking model on its head. We are actively partnering, collaborating, and strategising to find all of the ways banks and banking cooperatives can use their resources, people and capital to strengthen the 'human family" and the planet.
miércoles, 27 de mayo de 2015
Public Regulations or a Better Corporate Governance?
It is wellknown that capitalism can not be left on its own without some
rules that might appease its darker face.
In the past decades and, in different industries, we have seen the
effects of too a loose regulatory system that has played its role in the birth
of bubbles and in the growing inequalities we are suffering. It is obvious that
public regulations in general need to improve to avoid pathological evolution
of some sensitive industries such as energy, telecommunication and finance.
But what we find now is not necessarily a better regulatory system but
an increasing regulatory burden that does not always cope with the real
underlying issues of the quality of Corporate governance.
An excessive and inadequate regulatory burden to avoid systemic risks
in any industry, might become a risk in itself. That’s why regulations should
be very much focused on guaranteeing a proper balance in Corporate Governance,
the existence of countervailing bodies within the companies so that the actions
of the executive teams can be adequately supervised and fostering that the
profile of the persons in charge of both, the executive teams but also the
supervisory bodies, have the right experience and the adequate personal values
and moral convictions.
Luckily, lots of companies in many different sectors in the world, are
already sticking to the best practices of building a solid governance model
with constructive countervailing powers. These kind of companies are normally
also very much aware of the need of hiring the best professionals and
supervisors, not only in what respects to their knowledge and experience but
also in what regards to their personal values and ethical behaviors.
These companies do not need so many regulations because the way they
look at their economic role in society is already based on ethical values and
they understand that there is no better regulation that the one that starts
with their own governance model. Policy makers should consider those companies
as role models and not as threats to the mainstream thinking.
lunes, 16 de junio de 2014
De los objetivos, de la vida y de la empresa
Vivimos en un mundo en el que todos estamos condenados a luchar por
conseguir objetivos. Es importante o nos han hecho creer o nos hemos creído que
es importante tener objetivos. En cualquier caso, mi impresión es que es mejor
fijarse objetivos que no hacerlo ya que, en nuestro mundo occidental el que no
es capaz de fijarse objetivos acaba siendo secuestrado por los objetivos de
otros.
Vive tus propios objetivos
o acabarás siendo rehen de los objetivos de un tercero. Es tan cierta esa frase como que la muerte y los impuestos existen.
Sin embargo, no voy a hacer una defensa a ultranza del papel de los objetivos
en el ser humano sino que preferiré disertar sobre qué entendemos por
objetivos, cómo son estos y cómo deberían ser en un entorno organizativo.
En el mundo empresarial no hablar de objetivos es casi un anatema. A
veces me pregunto si podría gestionarse una compañía sin hablar para nada de
objetivos. Estoy seguro que sí, por lo menos yo lo he probado con cierto éxito.
Pero dejaré este debate para otra ocasión. No crean por ello que soy una
especie de antisistema, debo reconocer
que no soy contrario a la dirección por objetivos y a la existencia de los
mismos como cemento que aglutina las voluntades en las empresas.
Y ahí tenemos el punto clave con el que muchas empresas entran en
contradicción: “el objetivo como cemento
que aglutina las voluntades”. Cuando
los objetivos, entre otras palancas de que disponen los gestores empresariales,
actúan como ese cemento aglutinador, vamos bien. Estamos entonces utilizando
los objetivos con una finalidad que está por encima de la de la descripción de
las metas cuantitativas o cualitativas a conseguir. Nos encontramos ante una
utilización sana del término. Pero el problema se da cuando el objetivo no ese
cemento aglutinador y tan solo sirve para que nuestros colaboradores se lancen
en pos de su consecución convertidos en meras jaurías que actuán por miedo al
castigo o en búsqueda de la recompensa. Ese
objetivo sin significado es una herramienta que puede acabar siendo perversa.
Cuando el objetivo es un objetivo entendido en profundidad por los
colaboradores, y compartido sinceramente por estos, cuando hacen suyos los
objetivos de la empresa o del departamento, los colaboradores no se sienten
secuestrados por los objetivos de un tercero sino que los sienten como suyos
propios y buscan su consecución más allá de la recompensa o del castigo. Las
metas de la compañía y las de cada individuo se acaban mimetizando y siendo dos
caras de una misma moneda. No se entienden la una sin la otra.
Pero en las escuelas de negocio nos han enseñado que los objetivos
deben ser SMART, el acrónimo en inglés de simple, medible, alcanzable, realista
y definido en el tiempo. Sin embargo me pregunto si esa definición sencilla nos
da una idea certera de qué debe ser un objetivo, tanto a nivel vital como
organizacional.
Habrán adivinado mi respuesta: evidentemente no. Un objetivo debe formularse de forma tal
que conduzca a una acción consciente desde la razon y desde el corazón. Un
objetivo que sea empresarialmente potente no debe basarse solamente en el
premio o en el castigo y no debe convertirse en una arenga tecnocrática e
ilustrada.
Los criterios S.M.A.R.T. de defición de objetivos son correctos pero
tan solo nos desvelan una dimensión del objetivo: el QUÉ. Los modelos de gestión verdaderamente potentes, basados en valores y
con un sentido profundo de la comunidad empresarial, diseñan objetivos
tridimensionales siguiendo un modelo Q-PQ-I.
Las tres dimensiones de los objetivos en los modelos de dirección
basados en valores son:
-
el QUÉ, la dimensión más racional y en
la que los métodos tradicionales siguen siendo válidos, nos define de forma
detallada y preparada para la acción aquello que se quiere alcanzar,
-
el POR
QUÉ (y el PARA QUÉ), ancla al QUÉ en los valores de la compañía, en su
dimensión social y no solo económica y se esfuerza en buscar las razones
profundas y los motivos que provoca que tenga sentido que busquemos lo que buscamos,
-
las IMPLICACIONES, para los diferentes
stakeholders y en referencia a la misión y a los valores organizacionales que
presentan los diversos escenarios que pueden darse. Cuáles con esas
IMPLICACIONES si se consiguen los objetivos planteados, si no se consiguen o si
se consiguen parcialmente.
Las empresas basadas en
valores y las empresas que dicen ser socialmente responsables necesitan poner
en marcha modelos de negocio basados en objetivos Q-PQ-I. Las implicaciones son enormes, tanto en términos de profundización
en los valores como en la presión que se pone sobre la alta dirección y sobre
la cadena de mando al tener que utilizar los objetivos desde un trinomio
revolucionario: POR QUÉ – QUÉ - COMO, sustituyendo así al tan habitual binomio
QUÉ – CÓMO.
Un cambio aparentemente tan simple requiere de un modelo de gestión
muy diferente, basado en valores profundos y arraigados en la organización.
También requiere de un perfil de directivo distinto, mucho más implicado con el
proyecto organizativo y mucho más consciente de su papel en una verdadera
comunidad de intereses que es en lo que se convierte la empresa basada en
valores.
domingo, 1 de junio de 2014
Todo se transforma
Hace unos días tuve la rara suerte de disponer de una horas libres en
uno de mis viajes profesionales al centro de Europa. Decidí aprovechar parte de
ese espacio de tiempo saliendo a correr por un enorme bosque. El tiempo
acompañaba, la temperatura era agradable y un tibio sol se colaba por entre las
frondosas copas de los árboles. Me acompañaba, como casi siempre, mi smartphone
y mi música.
Iba trotando tranquilamente, ya no estoy para muchas heroicidades
deportivas, mientras disfrutaba de la tranquilidad del bosque y de un paisaje
inhabitual y llamativo para un mediterráneo como yo. La verdad es que lo estaba
pasando muy bien, el entorno, la soledad del bosque, el trote despreocupado, la
tranquilidad de no tener ninguna urgencia, y la música. Estaba en uno de esos
estados de ánimo en que algunos de tus sentidos se agudizan y prestas atención
a cosas a las que nunca sueles hacerlo.
Me perdí en la letra de las canciones, algo que casi nunca suelo hacer,
mientras continuaba trotando ¿Lo hacen ustedes?
Se los recomiendo, descubrirán frases que han oído miles de veces pero
que nunca han escuchado, que nunca les han hecho gozar. De repente mi
smartphone se atrevió con una conocida canción de Jorge Drexler, “Todo se
transforma” y me sorprendieron en ella giros poéticos insospechados y emotivos
que acentuaban mi sensación de concentración y de bienestar. Pero dejaré que
sean ustedes mismos quienes escuchen una vez más esa canción y los descubran y
compartiré tan solo en este artículo la letra del estribillo de esa pieza
genial:
“Cada uno da lo que recibe
y luego recibe lo que da,
nada
es más simple,
no hay otra norma:
nada se pierde,
todo se transforma”
Lean con atención esa frase y dejen que su mente vague por ella, que la
acaricie que la desmenuce, que busque sus significados más ocultos. Dedíquenle
unos instantes, no avancen todavía en la lectura del resto de este texto.
Impactante, ¿no? Y, tan simple, tan sencilla, tan cierta. Aplicable,
con escasas excepciones a tantos y tantos aspectos de la vida humana. A la vida
personal, al amor, a las relaciones, a la familia, a los amigos, a la empresa
....
¿A la empresa? ¡Cielos! Ya estaba volviendo a las andadas. Ni trotando
tranquilo en un bosque perdido del centro de Holanda, ni sumergido en la letra
de canciones poéticas, podía olvidarme de mi enorme curiosidad por el mundo de
las organizaciones. Empecé a sacarle punta a la frase de Drexler y a fantasear
con la misma y con su aplicación organizativa.
“Cada uno da lo que recibe y luego recibe lo que da” En positivo podría
aplicarse a los accionistas que satisfechos por un comportamiento transparente
y ejemplar, un rendimiento adecuado y un adecuado servicio a la sociedad,
continuarán confiando en la empresa a la que dan apoyo, acudiendo a las
ampliaciones de capital y teniendo una política de dividendos prudente.
“Cada uno da lo que recibe y luego recibe lo que da” En negativo, para
aquella empresa que durante épocas difíciles no ha tratado bien a sus
empleados, ha adoptado políticas en las que los colaboradores se han sentido
como simples instrumentos, ha prescindido de personas que no lo merecían
mientras ha mantenido a trepas y a individuos cercanos al poder establecido.
Probablemente a la que mejoren las circunstancias esa empresa verá como se
produce una fuga constante del mejor personal creando problemas de continuidad.
“Cada uno da lo que recibe y luego recibe lo que da” En positivo cuando nos referimos a la empresa
en la que los clientes no son solo un número y un instrumento que nos permite
generar márgenes sino que son vistos como seres humanos con los cuáles hemos
entablado una relación de complicidad que solo será duradera cuando es positiva
para ambas partes. Ese cliente serán menos receptivo a los cantos de sirena de
la competencia y valorará nuestra marca por encima de lo esperado.
“Cada uno da lo que recibe y luego recibe lo que da” En negativo para
la empresa que engaña a la sociedad, que tiene prácticas comerciales dudosas,
que no aplica criterios éticos en su modelo de gestión y en su relación con el
entorno. Aquella para quiénes los demás, por encima de la palabrería y de las
declaraciones institucionales, son meras palancas para la consecución del
beneficio.
Fíjense qué interesante. Al final resultará que podríamos hacer girar
toda la estrategia empresarial de una compañía que apostara por la
sostenibilidad y por una forma ética de hacer negocios, alrededor de una simple
frase: “Cada uno da lo que recibe y luego recibe lo que da”.
“Bueno, ya es suficiente por hoy, creo que seguiré trotando”. Y me
perdí de nuevo en la frondosidad del bosque.
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