Al igual que movimientos como el llamado "slow food" tienen un impacto positivo en la calidad de vida de quienes lo practican, tanto desde un punto de vista físico como desde un punto de vista anímico, propongo que lancemos un movimiento hacia la "slow economy", entendida como un proceso de mayor reflexión en la toma de decisiones tanto corporativas como a nivel macroeconómico. Muy probablemente una economía de estas características incidiría de forma clara en la salud, tanto económica como cultural, de nuestras organizaciones.
Si quieres leer el artículo completo, haz click en: http://www-origin.finanzas.com/opinion/marcos-eguiguren/20120529/economy-3121.html
jueves, 31 de mayo de 2012
domingo, 27 de mayo de 2012
La sociedad borracha
Tras casi cinco años de
crisis, continuamos asistiendo impertérritos al espectáculo de las
continuas declaraciones de innumerables analistas económicos de muy
diverso pelaje, de discursos y promesas políticas, de incontables
reales decretos, multiples reformas estructurales y planes de
actuación que, en ocasiones, se contradicen entre sí.
Sumamos un par de “reformas
laborales” diversas “reformas del sector financiero”, todo tipo
de leyes con “medidas estructurales”, infinidad de reuniones de
los mandamases europeos que en cada una de las cumbres celebradas nos
comunican un listado de vaguedades y califican a la siguiente reunión
de “definitiva”.
Y todo ello en pos de dos
objetivos fundamentales, “recuperar el equilibrio de las cuentas
públicas” y “retomar la senda del crecimiento”. Objetivos
ambos dos que, huelga decirlo, a pesar del mucho tiempo transcurrido
y de las muchas medidas tomadas, estamos lejos de conseguir aun
cuando no hay que desesperar y, en algún momento, algo empezará a
cambiar.
Mientras tanto, de forma muy
especial los ciudadanos y el mundo de la pequeña y mediana empresa,
se apretan el cinturón y hacen todo lo posible por sobrevivir en
esta marejada económica sobrevenida que todo lo arrasa y cuestiona y
cuyas causas técnicas ya casi nadie entiende pero cuyas causas
profundas todos empezamos a intuir.
En el fondo será el
esfuerzo individual, de cada uno de nosotros, el de los ciudadanos
sin rostro que se esfuerzan en controlar su economía familiar, en
ser responsables en el consumo de recursos y en la educación de sus
hijos a la vez que entienden que su actitud y su dedicación allá
donde puedan ejercerla, en el trabajo, en el tercer sector, en el
barrio o en la familia son claves para una sociedad mejor. Será el
esfuerzo de cada una de las empresas que anónima y silenciosamente
se afanan por mejorar, ser más innovadoras, incorporar tecnología,
tener un comportamiento ético, ofrecer un mejor producto, controlar
su deuda y vender, y exportar, y satisfacer las necesidades
racionales de sus clientes. Será la suma de esos y otros muchos
esfuerzos los que nos permitirán superar las situaciones de
dificultad. No esperes ayuda de nadie. Ayúdate a tí mismo y verás
como, poco a poco, la ayuda que, en el fondo no esperabas, te acabará
llegando.
Pero nuestros gobernantes,
las grandes multinacionales y los organismos internacionales siguen
insistiendo en su particular Karma: “recuperar el equilibrio de las
cuentas públicas” y “retomar la senda del crecimiento”. No
seré yo el que cuestione la necesidad de tener unas cuentas públicas
equilibradas, un déficit cero o cercano a cero y una deuda pública
asumible. Es de sentido común, si lo hago en mi casa, ¿cómo no voy
a querer que gestionen de la misma forma los recursos públicos los
representantes políticos que nos hemos otorgado? Sin embargo, lo que
sí es cierto es que, en la situación que viven actualmente la mayor
parte de países europeos, es quimérico querer arreglar esto de la
noche a la mañana. Hay que darse un plazo exigente pero razonable
para ajustar las cosas, eso sí, con un compromiso inequívoco de
que, de aquí en adelante, vamos a gestionar lo público de una forma
más racional y centrados en un bienestar social bien entendido y que
no genere bolsas de inactividad popular ni de ineficiencia.
Y en cuanto al crecimiento,
¿qué quieren que les diga? Seguimos encharcados en esa ciénaga de
pensamiento desde hace décadas como si el crecimiento económico
fuera la medicina para todos los males y la panacea para la felicidad
del ser humano. ¡Nada más lejos de la realidad! No siempre los
países que presentan mayor crecimiento económico presentan mayores
tasas de felicidad. Olvidamos que la economía debe estar al servicio
del ser humano y no al revés. Desde ese punto de vista y, aunque en
el corto plazo, un cierto crecimiento aliviaría los problemas
españoles y europeos, en el largo plazo, si no modificamos pronto
nuestro paradigma de pensamiento económico y apostamos por un modelo
económico distinto, basado en una mayor redistribución de la
riqueza, solidario con las sociedades más necesitadas, de
crecimiento basado en sectores no consumidores de recursos naturales
como el sector cultural o el sector educactivo y de medición de la
actividad económica basándonos en otros parámetros y no
exclusivamente en la evolución del PIB, o más tarde o más
temprano, de aquí no muchos años, volveremos a recaer en la
tristeza económica y en la recesión. Y no olvidemos que la recesión
no son sólo unas cuantas frías cifras encadenadas sino que se
traduce en la degradación y el sufrimiento de personas y de familias
enteras.
Sin embargo y, a pesar de lo
obvio de la necesidad de cambiar el paradigma económico y de
transitar sin prisa pero sin pausa hacia otro tipo de modelos,
respetuosos con la libertad de mercado pero que sitúen al ser humano
en su centro, las instituciones internacionales, gobiernos y grandes
compañías se llenan de declaraciones grandilocuentes pero no se
mueven ni un ápice de los paradigmas establecidos. Borrachos de
poder. Borrachos de autocomplacencia. Y borracha se queda toda la
sociedad desorientada ante tamaña falta de visión.
Pero no se preocupen
demasiado, el alcohol consumido en demasía produce este tipo de
cosas. Algo similar a lo que les ocurre a nuestros gobernantes y a
otros sucedáneos ya le sucedía a aquél hombre, protagonista de un
popular chiste quien, borracho como una cuba, llevaba rato buscando
algún objeto en el mismo punto de la acera cercana a su casa y
alumbrada por una farola.
Ya era de noche y se acercó
un vecino con voluntad de ayudar. "Buenas noches, ¿qué estas
buscando?", le preguntó, y el borracho contestó titubeando y
con el aliento apestando a alcohol: "miss llavvves, no puedddo
entrar en casssa".
"Seguro que se te han
caído por aquí? Ya llevas rato mirando en el mismo sitio. ¿Y si te
ayudo y buscamos un poco mas allá?"
A lo que el borracho
contestó indignado: "¡¡¡Ni see tee occurrra, aquí por lo
menosss hay luz!!!"
lunes, 21 de mayo de 2012
domingo, 20 de mayo de 2012
Los tres cerditos: del papel educador de la banca
En una reciente entrada del blog Dinero y Conciencia de Joan Melé, titulada ”Hay que crear una epidemia de entusiasmo”, leíamos hace unos días como Joan pone énfasis en la educación como elemento clave para una sociedad mejor y como nos remite a valores como el esfuerzo, la cooperación y el cuidado del otro como ejes de cambio para caminar hacia una sociedad más humana.
Ese texto me llevó a meditar acerca del papel fundamental de la educación en cualquier sociedad y a pensar en cuáles son los agentes educativos por excelencia. Lógicamente a la cabeza me vinieron de inmediato la escuela y la familia pero, ¿sólo existen esos agentes educativos? ¿qué me dicen del barrio, del municipio, de la empresa, del club deportivo, de la banca, del estado, o de tantas y tantas organizaciones humanas que deberían anteponer a muchas otras finalidades, la finalidad educativa hacia sus miembros o, dicho en términos empresariales, hacia sus ”stakeholders”?
Y fíjense que hablo de “educación hacia” y no de “educación de” porque siempre he entendido la educación como un concepto activo en el que educadores y educandos comparten y desarrollan conocimiento y valores desde la práctica y desde la acción. Sólo desde la acción se desarrolla la conciencia y se educan los individuos. La educación pasiva siempre tiene efectos limitados e incluso puede ser deseducadora depende del enfoque que se le de.
De ahí que me atreva a lanzar una línea de posts en témirnos alegóricos sobre la importancia del papel educativo de muy diversas instituciones. Uno de nuestros principales problemas en la actualidad es que la sociedad en general, y la familia en particular, hemos delegado en exceso la responsabilidad educativa sobre el sistema escolar y, a mi entender, eso es un error, un símbolo de una sociedad acomodaticia y falta del sentido de la responsabilidad. Pero, detendré mi análisis aquí. No pretendo hacer un ensayo de esos posts, creo que eso lo harán estupendamente mis lectores con sus comentarios y reflexiones, sólo deseo lanzar el reto para que otros me sigan y podamos poner una piedra más que construya esa epidemia de entusiasmo que nos pidé Melé.
Será por deformación profesional, cosa que me ocurre a menudo, pero creo que iniciaré mis reflexiones con una alegoría acerca del papel educativo de la banca y para ello utilizaré el conocido cuento de “Los Tres Cerditos”, fábula anónima del S. XVIII que ganó en notoriedad gracias a la versión en dibujos animados realizada por Walt Disney a principios de la década de los 30 del pasado siglo.
La mayoría de mis lectores conocerán esa famosa historia de tres cerditos que deben ya dejar la casa paterna y construir su propia casa en el bosque. El más joven la hace de paja pues de esta forma acabará muy deprisa y podrá dedicarse a jugar y a divertirse. El mediano, al ver que su hermano lo pasa tan bien, decide hacer su casa de madera, tardará un poco más que su hermano pero no será gran cosa y podrá unirse a aquél en sus juegos. El mayor, por último, ajeno a la frivolidad de sus hermanos, dedica tiempo y esfuerzo a construir una sólida casa de ladrillo.
Hasta aquí, todos vivían felices en sus respectivas casas hasta que una noche, un lobo hambriento se acercó hasta la vivienda de paja. El cerdito más pequeñó vio con espanto como el lobo soplaba y soplaba hasta que derribó la débil estructura lo que obligó al cerdito a huir y a refugiarse en la casa de su hemano mediano. Pero el lobo no estaba dispuesto a dejar escapar su presa y le siguió hasta allí. Los dos hermanos, aterrados se habían guarecido en el interior de la casa de madera. Pero el lobo no cejaba en su empeño y sopló y sopló más fuerte esta vez hasta que al final, la estructura de madera cedió. Los dos cerditos contituaron huyendo con el lobo tras sus pasos y se guarecieron en la casa de ladrillo del hermano mayor.
Éste les acogió en su hogar y cuando el lobo llego, ni sus más potentes soplidos pudieron con la casa del cerdito mayor, pero el lobo, astuto, escaló hasta la chimenea para deslizarse por ella hasta el interior de la casa. Afortunadamente, el habil cerdito mayor había preparado un caldero de agua hirviendo con lo que, cuando el lobo logró colarse en el interior de la vivienda sólo logró escaldarse y se vió obligado a huir con el rabo entre las piernas.
Como ya he advertido no quiero sacar ninguna conclusión apriorística de la conocida fábula pero sí quiero destacar el papel educador de la banca al apoyar los tres diferentes tipos de negocio que representa cada uno de los tres cerditos. Porque, como ustedes supondrán incluso en tiempos antiguos y en mundos de fábula, la banca, como tantas otras profesiones, ya existiá. Y nuestros cerditos tuvieron que acudir a los banqueros a solicitar la necesaria financiación para construir sus viviendas. Veamos cómo reaccionaron cada uno de nuestros tres bancos imaginarios.
El Banco del Bosque Alegre, BBA, facilitó financiación a nuestro más joven e inexperto cerdito. La operación se consiguió de forma sencilla, nuestro cerdito presentó una memoria muy simple, casi sin detalles, sobre la construcción a realizar. Algún dato poco consistente pero aparentemente suficiente para su banco, dió acerca de su capacidad de pago y de sus proyectos personales y vitales. Sin embargo, como el importe a financiar no era muy elevado el BBA no se preocupó en demasía, ¡ya lo pagará de alguna forma!. Tanto era así que, para poder incrementar los ingresos del banco en forma de intereses y comisiones, le ofreción darle algo más de lo objetivamente necesario para la construcción y que nuestro joven cerdito pudiera correrse tranquilamente alguna de sus juergas en el bello bosque.
¿Cuál es el mensaje formativo que desde la experiencia activa de la relación entre BBA y el joven cerdito, pudo recibir este último? Sencillo: el dinero es fácil de conseguir aunque no seas muy riguroso en su utilización o en la justificación de su destino, es totalmente normal el dedicar parte del dinero prestado a ocio, es verdad que tienes que devolver el dinero que pides a crédito pero tranquilo, ya encontraremos soluciones, tu moralidad y tu proyecto vital no me importan demasiado. Sólo me importa cargarte intereses y comisiones y que lo pagues antes o después.
La experiencia del cerdito mediano con el Banco del Bosque Bello, BBB no fue demasiado distinta. El BBB fue algo más riguroso en el análisis de la memoria de construcción. No querían que, con su dinero, se construyera un activo de poco valor que pudiera afectar a sus garantías. Ello obligó a presentar un proyecto de mayor solidez pero tampoco BBB tuvo inconveniente en prestar un poquito más para financiar el ocio del cerdito mediano. Los mensajes formativos para nuestro cerdito no fueron muy distintos que los que recibió su joven hermano salvo alguna excepción: hay que justificar bien el destino del crédito para construir activos que representen un valor acorde a lo financiado, sin embargo no pasa nada por destinar algo a otras actividades no productivas y por tanto, el valor del dinero también lo ponemos algo en entredicho y, una vez más, tu proyecto vital no me importa mucho mientras me pagues.
Una experiencia distinta fue la que tuvo el hemano mayor con el Banco del Bosque Consciente, BBC. A priori podría parecernos una relación más difícil, las exigencias del BBC fueron mayores y mucho más rigurosas y profesionales. Los ejecutivos del BBC tuvieron largas discusiones con nuestro cerdito, se interesaron en profundidad por su proyecto de construcción e incluso sugirieron mejoras y modificaciones. No sólo estaban viendo a nuestro cerdito como una fuente de flujo de caja sino como un individuo irrepetible con sueños, retos y proyectos profesionales y vitales. Por eso se interesaron en detalle, no sólo en su capacidad de pago, sino en su vinculación personal profunda con las actividades que le permitían ganarse la vida. Por descontado los ejecutivos de BBC no plantearon conceder mayor financiación que la que requería el propio proyecto.
Las lecciones formativas que adquirió nuestro cerdito fueron radicalmente distintas a las que recibieron sus hermanos: el dinero tiene valor, el dinero sirve para hacer cosas reales que aporten valor a la raza porcina, una cierta capacidad de ahorro es importante, nos importas tú, no como cliente a “explotar” sino como cerdito con el que nos aliamos porque en tí vemos un individuo con valores y equilibrado con un proyecto sensato y responsable.
Tal vez fue más difícil conseguir dinero en el BBC que en las otras dos entidades pero las consecuencias en cuanto a la solidez y el valor de uso del negocio que se llevó a cabo y su consiguiente impacto en el resto de la sociedad porcina (no olvidemos que acabó salvando la vida a sus hermanos), la posibilidad de repago del tercer crédito, infinitamente superior a las de los dos primeros (os recuerdo que el lobo destrozó las propiedades que fueron financiadas por BBA y BBB con sus consiguientes riesgos) y las positivas lecciones aprendidas por el tercer cerdito y que ya hemos destacado, ciértamente hacen de la experiencia de profesionalidad y rigor de BBC una excepcional ocasión para el aprendizaje, no sólo para el tercer cerdito sino también para los proveedores que colaboraron en la construcción que seguro que fueron objeto de un trato riguroso, profesional y personal.
Cuando al dinero le damos el valor que verdaderamente tiene, haremos siempre un uso más racional y social del mismo. Desde ese punto de vista el poder educador (o deseducador) de la banca es muy relevante y sino, y me alejo ahora de la fábula de nuestros cerditos, no olvidemos el ejemplo poco edificante que buena parte de la banca mundial ha dado en las últimas dos décadas.
Tal vez los valores que atesora nuestro tercer cerdito: Esfuerzo, Solidaridad y Ejemplo (ESE) debieran ser incorporados en los códigos éticos de los diferentes bancos por parte de sus consejos de administración y ratificados por las juntas generales de accionistas, e incorporados de alguna foma razonable en la labor de los reguladores. De esta forma el efecto multiplicador de la banca no sólo sería financiero sino también claramente educacional.
En cuanto al cerdito joven y a su hermano mediano, me temo que los soplidos del lobo y la destrucción de sus castillos de arena, les sirvieron de suficiente lección, a pesar de sus bancos.
Ese texto me llevó a meditar acerca del papel fundamental de la educación en cualquier sociedad y a pensar en cuáles son los agentes educativos por excelencia. Lógicamente a la cabeza me vinieron de inmediato la escuela y la familia pero, ¿sólo existen esos agentes educativos? ¿qué me dicen del barrio, del municipio, de la empresa, del club deportivo, de la banca, del estado, o de tantas y tantas organizaciones humanas que deberían anteponer a muchas otras finalidades, la finalidad educativa hacia sus miembros o, dicho en términos empresariales, hacia sus ”stakeholders”?
Y fíjense que hablo de “educación hacia” y no de “educación de” porque siempre he entendido la educación como un concepto activo en el que educadores y educandos comparten y desarrollan conocimiento y valores desde la práctica y desde la acción. Sólo desde la acción se desarrolla la conciencia y se educan los individuos. La educación pasiva siempre tiene efectos limitados e incluso puede ser deseducadora depende del enfoque que se le de.
De ahí que me atreva a lanzar una línea de posts en témirnos alegóricos sobre la importancia del papel educativo de muy diversas instituciones. Uno de nuestros principales problemas en la actualidad es que la sociedad en general, y la familia en particular, hemos delegado en exceso la responsabilidad educativa sobre el sistema escolar y, a mi entender, eso es un error, un símbolo de una sociedad acomodaticia y falta del sentido de la responsabilidad. Pero, detendré mi análisis aquí. No pretendo hacer un ensayo de esos posts, creo que eso lo harán estupendamente mis lectores con sus comentarios y reflexiones, sólo deseo lanzar el reto para que otros me sigan y podamos poner una piedra más que construya esa epidemia de entusiasmo que nos pidé Melé.
Será por deformación profesional, cosa que me ocurre a menudo, pero creo que iniciaré mis reflexiones con una alegoría acerca del papel educativo de la banca y para ello utilizaré el conocido cuento de “Los Tres Cerditos”, fábula anónima del S. XVIII que ganó en notoriedad gracias a la versión en dibujos animados realizada por Walt Disney a principios de la década de los 30 del pasado siglo.
La mayoría de mis lectores conocerán esa famosa historia de tres cerditos que deben ya dejar la casa paterna y construir su propia casa en el bosque. El más joven la hace de paja pues de esta forma acabará muy deprisa y podrá dedicarse a jugar y a divertirse. El mediano, al ver que su hermano lo pasa tan bien, decide hacer su casa de madera, tardará un poco más que su hermano pero no será gran cosa y podrá unirse a aquél en sus juegos. El mayor, por último, ajeno a la frivolidad de sus hermanos, dedica tiempo y esfuerzo a construir una sólida casa de ladrillo.
Hasta aquí, todos vivían felices en sus respectivas casas hasta que una noche, un lobo hambriento se acercó hasta la vivienda de paja. El cerdito más pequeñó vio con espanto como el lobo soplaba y soplaba hasta que derribó la débil estructura lo que obligó al cerdito a huir y a refugiarse en la casa de su hemano mediano. Pero el lobo no estaba dispuesto a dejar escapar su presa y le siguió hasta allí. Los dos hermanos, aterrados se habían guarecido en el interior de la casa de madera. Pero el lobo no cejaba en su empeño y sopló y sopló más fuerte esta vez hasta que al final, la estructura de madera cedió. Los dos cerditos contituaron huyendo con el lobo tras sus pasos y se guarecieron en la casa de ladrillo del hermano mayor.
Éste les acogió en su hogar y cuando el lobo llego, ni sus más potentes soplidos pudieron con la casa del cerdito mayor, pero el lobo, astuto, escaló hasta la chimenea para deslizarse por ella hasta el interior de la casa. Afortunadamente, el habil cerdito mayor había preparado un caldero de agua hirviendo con lo que, cuando el lobo logró colarse en el interior de la vivienda sólo logró escaldarse y se vió obligado a huir con el rabo entre las piernas.
Como ya he advertido no quiero sacar ninguna conclusión apriorística de la conocida fábula pero sí quiero destacar el papel educador de la banca al apoyar los tres diferentes tipos de negocio que representa cada uno de los tres cerditos. Porque, como ustedes supondrán incluso en tiempos antiguos y en mundos de fábula, la banca, como tantas otras profesiones, ya existiá. Y nuestros cerditos tuvieron que acudir a los banqueros a solicitar la necesaria financiación para construir sus viviendas. Veamos cómo reaccionaron cada uno de nuestros tres bancos imaginarios.
El Banco del Bosque Alegre, BBA, facilitó financiación a nuestro más joven e inexperto cerdito. La operación se consiguió de forma sencilla, nuestro cerdito presentó una memoria muy simple, casi sin detalles, sobre la construcción a realizar. Algún dato poco consistente pero aparentemente suficiente para su banco, dió acerca de su capacidad de pago y de sus proyectos personales y vitales. Sin embargo, como el importe a financiar no era muy elevado el BBA no se preocupó en demasía, ¡ya lo pagará de alguna forma!. Tanto era así que, para poder incrementar los ingresos del banco en forma de intereses y comisiones, le ofreción darle algo más de lo objetivamente necesario para la construcción y que nuestro joven cerdito pudiera correrse tranquilamente alguna de sus juergas en el bello bosque.
¿Cuál es el mensaje formativo que desde la experiencia activa de la relación entre BBA y el joven cerdito, pudo recibir este último? Sencillo: el dinero es fácil de conseguir aunque no seas muy riguroso en su utilización o en la justificación de su destino, es totalmente normal el dedicar parte del dinero prestado a ocio, es verdad que tienes que devolver el dinero que pides a crédito pero tranquilo, ya encontraremos soluciones, tu moralidad y tu proyecto vital no me importan demasiado. Sólo me importa cargarte intereses y comisiones y que lo pagues antes o después.
La experiencia del cerdito mediano con el Banco del Bosque Bello, BBB no fue demasiado distinta. El BBB fue algo más riguroso en el análisis de la memoria de construcción. No querían que, con su dinero, se construyera un activo de poco valor que pudiera afectar a sus garantías. Ello obligó a presentar un proyecto de mayor solidez pero tampoco BBB tuvo inconveniente en prestar un poquito más para financiar el ocio del cerdito mediano. Los mensajes formativos para nuestro cerdito no fueron muy distintos que los que recibió su joven hermano salvo alguna excepción: hay que justificar bien el destino del crédito para construir activos que representen un valor acorde a lo financiado, sin embargo no pasa nada por destinar algo a otras actividades no productivas y por tanto, el valor del dinero también lo ponemos algo en entredicho y, una vez más, tu proyecto vital no me importa mucho mientras me pagues.
Una experiencia distinta fue la que tuvo el hemano mayor con el Banco del Bosque Consciente, BBC. A priori podría parecernos una relación más difícil, las exigencias del BBC fueron mayores y mucho más rigurosas y profesionales. Los ejecutivos del BBC tuvieron largas discusiones con nuestro cerdito, se interesaron en profundidad por su proyecto de construcción e incluso sugirieron mejoras y modificaciones. No sólo estaban viendo a nuestro cerdito como una fuente de flujo de caja sino como un individuo irrepetible con sueños, retos y proyectos profesionales y vitales. Por eso se interesaron en detalle, no sólo en su capacidad de pago, sino en su vinculación personal profunda con las actividades que le permitían ganarse la vida. Por descontado los ejecutivos de BBC no plantearon conceder mayor financiación que la que requería el propio proyecto.
Las lecciones formativas que adquirió nuestro cerdito fueron radicalmente distintas a las que recibieron sus hermanos: el dinero tiene valor, el dinero sirve para hacer cosas reales que aporten valor a la raza porcina, una cierta capacidad de ahorro es importante, nos importas tú, no como cliente a “explotar” sino como cerdito con el que nos aliamos porque en tí vemos un individuo con valores y equilibrado con un proyecto sensato y responsable.
Tal vez fue más difícil conseguir dinero en el BBC que en las otras dos entidades pero las consecuencias en cuanto a la solidez y el valor de uso del negocio que se llevó a cabo y su consiguiente impacto en el resto de la sociedad porcina (no olvidemos que acabó salvando la vida a sus hermanos), la posibilidad de repago del tercer crédito, infinitamente superior a las de los dos primeros (os recuerdo que el lobo destrozó las propiedades que fueron financiadas por BBA y BBB con sus consiguientes riesgos) y las positivas lecciones aprendidas por el tercer cerdito y que ya hemos destacado, ciértamente hacen de la experiencia de profesionalidad y rigor de BBC una excepcional ocasión para el aprendizaje, no sólo para el tercer cerdito sino también para los proveedores que colaboraron en la construcción que seguro que fueron objeto de un trato riguroso, profesional y personal.
Cuando al dinero le damos el valor que verdaderamente tiene, haremos siempre un uso más racional y social del mismo. Desde ese punto de vista el poder educador (o deseducador) de la banca es muy relevante y sino, y me alejo ahora de la fábula de nuestros cerditos, no olvidemos el ejemplo poco edificante que buena parte de la banca mundial ha dado en las últimas dos décadas.
Tal vez los valores que atesora nuestro tercer cerdito: Esfuerzo, Solidaridad y Ejemplo (ESE) debieran ser incorporados en los códigos éticos de los diferentes bancos por parte de sus consejos de administración y ratificados por las juntas generales de accionistas, e incorporados de alguna foma razonable en la labor de los reguladores. De esta forma el efecto multiplicador de la banca no sólo sería financiero sino también claramente educacional.
En cuanto al cerdito joven y a su hermano mediano, me temo que los soplidos del lobo y la destrucción de sus castillos de arena, les sirvieron de suficiente lección, a pesar de sus bancos.
sábado, 12 de mayo de 2012
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