Te ruego veas este breve video de animación"El vendedor de humo", son solo seis minutos y es genial.
Encuentro este corto en el blog de mi colega Luis Miguel Barral (interesante leer sus reflexiones):
http://inteligenciaetica.com/2013/03/el-vendedor-de-humo/
Al igual que a él, el video me sugiere montones de cosas. Desde el punto de vista del hombre como consumidor me recuerda aspectos como la banalidad del ser humano que busca la felicidad donde no existe, la estupidez de la sociedad de consumo, el carácter efímero de la riqueza material, etc.
Si pensamos ya no tanto en el consumidor individual sino en las sociedades afectadas por el consumismo, en el video se adivinan los efectos desestabilizadores que el consumo poco racional puede tener sobre la armonía y las capacidades intrínsecas de nuestras sociedades reduciéndolas a grupos de consumidores cuyo afán es consumir más y no a sociedades armónicas cuyo afán es crecer como tal sociedad.
Y, por último, si nos fijamos en el lado de la oferta, nos recuerda la frivolidad y falta de responsabilidad de una sociedad basada en un feroz marketing de consumo, en la falta de responsabilidad de las políticas comerciales y de venta de tantas compañías y en la falta de criterios éticos y de sostenibilidad en las políticas de lanzamiento de productos.
Pero, en fin, basta ya de palabrería. Te dejo con el video. Son solo seis minutos. Disfrútalos.
miércoles, 20 de marzo de 2013
domingo, 24 de febrero de 2013
Los deditos de Blanca
Blanca es mi nieta.
Tiene poco más de un año y es un encanto. Ya camina, sonríe sin parar y entre
grita y balbucea intentando hablar y comunicarse así con sus mayores. Su rostro
es increíblemente expresivo y es capaz de transmitir multitud de emociones:
alegría, complicidad, deseo, sorpresa, picardía, cariño, tristeza,…
Ese pequeño diablillo
alegra la vida de todos los que estamos a su alrededor. Cuando llega a casa
desaparece cualquier atisbo de malhumor o de tensión, los problemas se
desvanecen y se aplazan hasta que su ausencia nos devuelve de nuevo a la
normalidad. Dicen que el ser humano nace con la alegría de la vida
profundamente implantada en su ser y confiando en los demás de forma natural.
Dicen que tan solo el paso de los años nos transforma en los seres adultos que
somos, supuestamente inteligentes, con multitud de normas de etiqueta y de
conducta, habitantes de una sociedad que, por el afán de ser competitiva,
sagrada palabra que envuelve a todo tipo de actividad humana, sea o no
económica, nos vuelve individualistas y desconfiados.
Tan individualistas
y desconfiados que necesitamos de un sinfín de reglas, mecanismos, estructuras
y sanciones para que no nos devoremos los unos a los otros. Mecanismos,
estructuras y sanciones que consiguen lo contrario de lo que se pretendía y que
acaban por alimentar a una sociedad anquilosada, egoísta y temerosa, ya no solo
de sus congéneres sino también de las numerosas normas que se ha dado a si
misma y que son casi imposibles de cumplir en su totalidad tal es la ingente
carga normativa que nos abruma.
“Homo homini
lupus”. El filósofo británico Hobbes, hacía suya esa conocida frase latina en
su “Leviatán”: “el hombre es un lobo para el hombre” y defendía que el egoísmo
es un elemento básico definidor del comportamiento humano que provoca que el
hombre se dote de una serie de convenciones sociales para suavizar y corregir
tal comportamiento facilitando de esa forma la convivencia.
Pero Blanca no
conoce a Hobbes ni sabe que el hombre es un lobo para el hombre y sonríe
confiada y alegre a todo aquél que se le ponga por delante. Es tal su inocencia
que sería capaz de ponerse a jugar con el peor de los mortales quien, a su vez,
probablemente fuera también muchos años ha un bebé inocente y un niño alegre y
confiado.
Hay que cuidar de
Blanca, y hay que educarla, aunque hacerlo a veces signifique acelerar sus
pasos hacia la desconfianza para con el género humano. Pero hay algo que
todavía inspira mi esperanza. Tal vez algo pueda cambiar en el futuro. Tal vez
no sea imprescindible educar en una cierta desconfianza o como mínimo en una
cultura de la prevención para sobrevivir. Blanca es una perfecta muestra de
nuestra recién estrenada sociedad digital. Se desenvuelve con la soltura torpe de
una niña de un año con todo tipo de trastos con pantalla táctil y sus deditos
se afanan en pasar de una imagen a otra deslizándose nerviosos sobre el cristal
en la esperanza de ver como nuevas imágenes van apareciendo y regalando sus
sentidos.
Tal vez, solo tal
vez, los deditos de Blanca y de todos los bebés que forman su recién llegada
generación, acostumbrados desde pequeños a pasar con facilidad digital imágenes
y páginas, sean capaces de pasar la perenne página del egoísmo humano, de la
falta de confianza en nuestros congéneres y de su consecuencia, las sociedades
excesivamente reglamentadas y ajenas a la búsqueda de la felicidad. Tal vez,
solo tal vez, esos bebés de hoy conserven a lo largo de su crecimiento esa
inocencia inteligente que haga posible el cambio profundo en las relaciones
humanas.
Tal vez, solo tal
vez. Yo siento que ya no puedo. Es tarde, estoy demasiado contaminado. Lo sigo
intentando pero no se muy bien en quien confiar. Tal vez no confíe ni en mí
mismo. Pero tú Blanca, tal vez estés a tiempo. Pasad página con vuestros
deditos. Conseguid un mundo mejor. Nosotros no supimos. Si lo intentáis, tal
vez, solo tal vez, el hombre deje de ser un lobo para el hombre.
Suerte.
domingo, 3 de febrero de 2013
Más allá de la RSC
Estarás pensado en como es posible que, precisamente durante los años en que se ha instaurado con fuerza la RSC entre las grandes empresas, estemos viviendo una crisis tan profunda en la que las decisiones de las corporaciones están en entredicho en tantas y tantas ocasiones y se adivinan como parte del gran problema que estamos sufriendo.
En "Más allá de la RSC" disecciono el qué significan en realidad estas prácticas y qué debería hacerse para ir un paso más allá y llevar la verdadera sostenibilidad a la estrategia de la empresa.
Más allá de la RSC. Mi artículo publicado en Cinco Días el 21 de enero de 2013
En "Más allá de la RSC" disecciono el qué significan en realidad estas prácticas y qué debería hacerse para ir un paso más allá y llevar la verdadera sostenibilidad a la estrategia de la empresa.
Más allá de la RSC. Mi artículo publicado en Cinco Días el 21 de enero de 2013
viernes, 18 de enero de 2013
La sociedad condenada según Ayn Rand
El
25 de junio del pasado año publiqué un post basado en la visión
que, del dinero, nos presenta Ayn Rand, filósofa norteamericana,
madre de la corriente objetivista, partidaria de un liberalismo puro
-que no neoliberalismo-, convencida del poder del empuje individual
basado en la satisfacción del interés personal pero enormemente
comprometida con que ese empuje solo puede estar justificado con la
creación real de riqueza. Enemiga de la regulación y del aparato
estatal, Ayn Rand me provoca emociones contradictorias. Por un lado
me provoca una cierta admiración por esa visión ultraliberal que
requiere de empresarios de sólidas convicciones éticas y morales
-no hay más que fijarse en algunos de los personajes de su novela
"Atlas Shrugged"- pero por otro lado me provoca miedo
porque las cosas, por desgracia, no son así y esa visión ética en
el mundo de la empresa (aunque tampoco es muy distinto en el mundo de
lo público) brilla por su ausencia.
Es
por ello por lo que sigo opinando que la combinación de una
mentalidad liberal de corte ético en lo empresarial junto con un
estado democrático en lo político que, con regulaciones adecuadas
para evitar desmanes en el mundo de lo económico, vela por la
adecuada redistribución de riqueza, sigue siendo la mejor de las
posibilidades.
Pero
no quiero alargarme sobre ello. Tan solo, en este breve post de hoy
y, dadas las noticias que nos abruman cada día en casi todo el
mundo, quisiera sin más dejar para la reflexión una frase de Ayn
Rand extraída de su obra maestra, "Atlas Shrugged". Doy
por título a la frase, "La sociedad condenada". Disfrútala
y piensa.
"Cuando
advierta que para producir necesita obtener autorización de quienes
no producen nada; cuando compruebe que el dinero fluye hacia quienes
trafican no bienes, sino favores; cuando perciba que muchos se hacen
ricos por el soborno y por influencias más que por el trabajo, y que
las leyes no lo protegen contra ellos sino, por el contrario, son
ellos los que están protegidos contra usted; cuando repare que la
corrupción es recompensada y la honradez se convierte en un
autosacrificio, entonces podrá afirmar, sin temor a equivocarse, que
su sociedad está condenada."
jueves, 17 de enero de 2013
El papel de la banca como intermediario financiero
La banca es un negocio
muy antiguo. Actividad bancaria, en el sentido de intercambio o
movimiento de dinero ya se registra en la antigua Grecia aunque la
actividad de préstamos tiene antecedentes tan antiguos como los de
Babilonia en el x. XVIII a.C.
Se populariza el papel de
los banqueros en la alta la Edad Media y durante el Renacimiento.
De hecho, el
nombre "banco" deriva de la palabra italiana banco,
"escritorio", utilizada durante el Renacimiento por los
banqueros florentinos quienes hacían sus transacciones sobre una
mesa cubierta por un mantel verde.
El actual término “bancarrota” se deriva de la ruptura física de esa
mesa cuando un banquero o cambista no tenía suficientes fondos para
hacer frente a sus obligaciones.
Si nos atenemos a la
función clásica de la banca, podríamos incluso llamarla histórica,
encontramos que está relacionada con dos grandes aspectos:
- Los servicios relacionados con el dinero. Desde un punto de vista histórico, los ejemplos más claros, que ya se dan en la edad media, serían los de garantizar la transferencia segura de fondos entre titulares distintos y en distintos lugares geográficos para cubrir el pago de transacciones comerciales.
- La intermediación financiera. Es decir, la recepción de sobrantes de liquidez provenientes del ahorro para invertirlos en actividades productivas en forma de préstamo.
Me gustaría centrarme
hoy en el segundo de esos aspectos: el papel de la banca como
intermediario financiero.
Si nos vamos a los
orígenes, si simplificamos el análisis y vamos a las cosas que
verdaderamente importan, nos daremos cuentas de que el papel que
juega la banca en una sociedad moderna es absolutamente fundamental.
La banca es un eslabón clave entre aquellos que tienen cierta
capacidad para ahorrar dinero (depositantes) y, por lo tanto aquellos
en los que su capacidad de generación de ingresos es superior a su
gasto medio, y aquellos que tienen la visión y los proyectos para
crear riqueza y valor social (prestatarios) pero no poseen
suficientes recursos para ponerlos en marcha.
Al analizar el párrafo
anterior con detenimiento, nos damos cuenta de una seria de puntos
que son claves para entender el papel dinamizador de la banca y su
poderoso rol como multiplicador de la riqueza, pero también para
interiorizar algunas de las premisas de la función de banquero y de
las limitaciones de la profesión:
- A nivel global, al administrar el dinero de terceros (los depositantes) para invertirlo en prestarlo a otros (los prestatarios), la banca se transforma en el gran administrador y gestor del riesgo planetario. Por ello no puede ser banquero cualquiera. Tiene que tener una formación sólida y profunda así como una experiencia acreditada que le permita evaluar los riesgos implícitos en la actividad económica y defender así el dinero que le ha sido depositado. No todo el mundo sirve para esto, la banca es una profesión.
- El hecho anterior nos lleva a otras conclusiones. Al estar los riesgos económicos del planeta en manos de los bancos, cuando los banqueros prestan a determinadas inciativas con la seguridad de que el dinero les va a ser devuelto pero que se alejan de la economía real o de las necesidades racionales de la ciudadanía, pueden acabar creando un círculo vicioso que puede estallar en cualquier momento. En algún momento, alguien no podrá pagar. Aunque hayan realizado bien su análisis del riesgo, habrán fallado en otra de las premisas, la comprensión holística del mundo. El banquero ha de ser consciente de su capacidad casi única, muy superior a la de los gobiernos, de crear o atajar riesgos sistémicos. Para ello tiene que tener una gran formación cultural y social. Una gran comprensión del mundo.
- El banquero sabe que el dinero que presta hoy debe ser devuelto por los prestatarios a lo largo del tiempo. Su visión del riesgo tiene que ser a largo plazo, no a corto plazo. El banquero de hoy ha de trabajar por la cuenta de resultados y por la solvencia de su banco y la seguridad de sus depósitos no solo de hoy, sino de mañana. Para ello necesita unas grandes dosis de ética y de honestidad. Tiene que entender que el engordamiento de las cuentas de resultados de hoy puede pasar factura a depositantes inocentes el día de mañana. Ha de huir del lucro fácil a corto plazo y ha de tener la honestidad de decir “no” a un posible prestatario si no tiene clara su verdadera capacidad de repago haciendo así un favor tanto al propio banco como al mismo prestatario.
Por ello la remuneración
de los banqueros tiene que ser relativamente alta, la justa para
retribuir una profesionalidad elevada, una comprensión holística de
la sociedad y del mundo y un comportamiento ético y honesto para con
la profesión. Sin embargo nunca puede ser tan elevada, en aras de una
supuesta excelencia profesional, que ponga en riesgo la
necesaria visión a largo plazo o la honestidad requeridas por su labor.
Si no existiera la banca,
habría que inventarla pero con banqueros profesionales y expertos,
honestos, con visión a largo plazo, conocedores de la sociedad y del
mundo así como conscientes de su rol como gestores planetarios de
los riesgos económicos.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)