martes, 22 de abril de 2014

La Pereza Empresarial


Definiremos pereza como la “negligencia, tedio o descuido en las cosas a que estamos obligados”, o también como la “flojedad, descuido o tardanza en las acciones o movimientos”.

La pereza empresarial a la que podríamos definir como la escasa proactividad de movimientos ante lo que ocurre a mi alrededor o también y, tanto o más preocupante, como la paralización en la toma de decisiones ante situaciones evidentes porque, simplemente, se alejan de la costumbre y “siempre lo hemos hecho así y nos ha ido bien”, es un pecado empresarial letal.  La pereza va en contra de la definición de una empresa basada en valores puesto que esta lleva la sostenibilidad en su ADN y la sostenibilidad está íntimamente ligada a la adaptabilidad. Una empresa de base ética es sostenible y adaptable a la realidad cambiante porque tiene una deber de continuidad para con sus stakeholders y ello implica moverse rápido para estar siempre a la cabeza y no a la cola de la evolución de la sociedad.

Como no, la pereza suele estar relacionada con otros pecados capitales, porque difícilmente estos se presentan de forma aislada. Así, toma formas tales como la obstrucción, por parte de los poderes fácticos de la compañía, de movimientos de modernización de los sistemas de gestión o de cambios en puestos de relevancia, la paralización de iniciativas para conseguir una empresa más sencilla y con organigramas y dependencias más claros y simples, la falta de interés en nuevas líneas de investigación de producto o en formas alternativas de comercialización, etc.

Por desgracia también la pereza empresarial crea cultura y no es algo tan simple como algunas decisiones que se retardan sine die o que no se llegan ni a plantear, el problema es que el inmovilismo que genera ese mortal pecado, va calando en la organización y, a la vista de que la cúpula “nunca mueve ficha” y se dedica a hacer más de lo mismo sin, aparentemente medir las consecuencias de una realidad cambiante, el resto de la organización se apunta al mismo deporte y trabajan sin entusiasmo ni creatividad sabiendo que cualquier iniciativa que se salga de la liturgia corporativa tiene un elevado riesgo, no solo de no salir adelante, sino incluso de ser mal vista.


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