Hace unos días tuve la rara suerte de disponer de una horas libres en
uno de mis viajes profesionales al centro de Europa. Decidí aprovechar parte de
ese espacio de tiempo saliendo a correr por un enorme bosque. El tiempo
acompañaba, la temperatura era agradable y un tibio sol se colaba por entre las
frondosas copas de los árboles. Me acompañaba, como casi siempre, mi smartphone
y mi música.
Iba trotando tranquilamente, ya no estoy para muchas heroicidades
deportivas, mientras disfrutaba de la tranquilidad del bosque y de un paisaje
inhabitual y llamativo para un mediterráneo como yo. La verdad es que lo estaba
pasando muy bien, el entorno, la soledad del bosque, el trote despreocupado, la
tranquilidad de no tener ninguna urgencia, y la música. Estaba en uno de esos
estados de ánimo en que algunos de tus sentidos se agudizan y prestas atención
a cosas a las que nunca sueles hacerlo.
Me perdí en la letra de las canciones, algo que casi nunca suelo hacer,
mientras continuaba trotando ¿Lo hacen ustedes?
Se los recomiendo, descubrirán frases que han oído miles de veces pero
que nunca han escuchado, que nunca les han hecho gozar. De repente mi
smartphone se atrevió con una conocida canción de Jorge Drexler, “Todo se
transforma” y me sorprendieron en ella giros poéticos insospechados y emotivos
que acentuaban mi sensación de concentración y de bienestar. Pero dejaré que
sean ustedes mismos quienes escuchen una vez más esa canción y los descubran y
compartiré tan solo en este artículo la letra del estribillo de esa pieza
genial:
“Cada uno da lo que recibe
y luego recibe lo que da,
nada
es más simple,
no hay otra norma:
nada se pierde,
todo se transforma”
Lean con atención esa frase y dejen que su mente vague por ella, que la
acaricie que la desmenuce, que busque sus significados más ocultos. Dedíquenle
unos instantes, no avancen todavía en la lectura del resto de este texto.
Impactante, ¿no? Y, tan simple, tan sencilla, tan cierta. Aplicable,
con escasas excepciones a tantos y tantos aspectos de la vida humana. A la vida
personal, al amor, a las relaciones, a la familia, a los amigos, a la empresa
....
¿A la empresa? ¡Cielos! Ya estaba volviendo a las andadas. Ni trotando
tranquilo en un bosque perdido del centro de Holanda, ni sumergido en la letra
de canciones poéticas, podía olvidarme de mi enorme curiosidad por el mundo de
las organizaciones. Empecé a sacarle punta a la frase de Drexler y a fantasear
con la misma y con su aplicación organizativa.
“Cada uno da lo que recibe y luego recibe lo que da” En positivo podría
aplicarse a los accionistas que satisfechos por un comportamiento transparente
y ejemplar, un rendimiento adecuado y un adecuado servicio a la sociedad,
continuarán confiando en la empresa a la que dan apoyo, acudiendo a las
ampliaciones de capital y teniendo una política de dividendos prudente.
“Cada uno da lo que recibe y luego recibe lo que da” En negativo, para
aquella empresa que durante épocas difíciles no ha tratado bien a sus
empleados, ha adoptado políticas en las que los colaboradores se han sentido
como simples instrumentos, ha prescindido de personas que no lo merecían
mientras ha mantenido a trepas y a individuos cercanos al poder establecido.
Probablemente a la que mejoren las circunstancias esa empresa verá como se
produce una fuga constante del mejor personal creando problemas de continuidad.
“Cada uno da lo que recibe y luego recibe lo que da” En positivo cuando nos referimos a la empresa
en la que los clientes no son solo un número y un instrumento que nos permite
generar márgenes sino que son vistos como seres humanos con los cuáles hemos
entablado una relación de complicidad que solo será duradera cuando es positiva
para ambas partes. Ese cliente serán menos receptivo a los cantos de sirena de
la competencia y valorará nuestra marca por encima de lo esperado.
“Cada uno da lo que recibe y luego recibe lo que da” En negativo para
la empresa que engaña a la sociedad, que tiene prácticas comerciales dudosas,
que no aplica criterios éticos en su modelo de gestión y en su relación con el
entorno. Aquella para quiénes los demás, por encima de la palabrería y de las
declaraciones institucionales, son meras palancas para la consecución del
beneficio.
Fíjense qué interesante. Al final resultará que podríamos hacer girar
toda la estrategia empresarial de una compañía que apostara por la
sostenibilidad y por una forma ética de hacer negocios, alrededor de una simple
frase: “Cada uno da lo que recibe y luego recibe lo que da”.
“Bueno, ya es suficiente por hoy, creo que seguiré trotando”. Y me
perdí de nuevo en la frondosidad del bosque.