Economicitis bacteriana. En mi post semanal quisiera compartir con vosotros un divertido artículo de Francesc Beltri en la revista Yorokobu. ¡Hay que sonreir de vez en cuando!
Me acaban de diagnosticar de Economicitis bacteriana severa. La sintomatología es inequívoca: en contra de mi voluntad, utilizo un vocabulario que me es extraño. En contra de mi voluntad, hablo constantemente con fingido conocimiento y autoridad sobre prima de riesgo, déficit, rescate bancario, FMI, agencias de calificación, recesión, coste de la deuda, pacto fiscal y...
http://www.yorokobu.es/economicitis-bacteriana/
lunes, 9 de julio de 2012
lunes, 2 de julio de 2012
El compromiso de la sociedad civil: la casa dels Xuclis
Esta semana he decidido cambiar el sentido habitual de mi post y centrarme en un ejemplo concreto de como la acción civil y el compromiso de las personas puede cambiar las cosas. Por una serie de motivos, recientemente he podido visitar “La casa dels Xuclis”, www.lacasadelsxuclis.org, un hogar para familias de niños afectados por enfermedades oncológicas sita en Barcelona y que ha sido promovida por Afanoc (Asociación de familiares y amigos de niños oncológicos de Catalunya), www.afanoc.org
Además de otros muchos servicios de apoyo a colectivos afectados por el cáncer infantil, la casa dels Xuclis recoge a familias procedentes de fuera del área metropolitana de Barcelona cuyos hijos tienen problemas oncológicos y que se ven obligados a pasar largos periodos en algunos hospitales de referencia de Barcelona para su tratamiento. Familias sin medios suficientes e incluso familias de clase media a las que el duro golpe del cáncer de su hijo obliga a alguno de los padres o a ambos a dejar el trabajo, en el caso de que tengan la fortuna de tener uno, y a afrontar enormes costes logísticos e incluso médicos para poder afrontar la enfermedad.
Pero en el día de hoy en el que tanta y tanta gente glosa las hazañas de los héroes de "la roja" me ha parecido importante rendir tributo a los verdaderos héroes callados de nuestra sociedad. Héroes como el grupo de familiares que sufrieron en sus propias carnes el difícil trago de que sus hijos se vieran afectados por un cáncer y que, sin medios suficientes hace ya unos cuantos años, se vieron obligados a malvivir, a pernoctar en coches, en pensiones o en el más afortunado de los casos en casas de familiares, solos mientras sus hijos recibían los correspondientes tratamientos y, con ellos, en los días que tanscurrían entre sesiones, fue el que cambió las cosas. El esfuerzo titánico y desinteresado de esos verdaderos héroes, de ese grupo de personas sensibilizadas, algunos de ellos que desgraciadamente acabó perdiendo a su hijo, ha hecho realidad muchos años más tarde un proyecto de asistencia pionero en Europa y que dice mucho de las potencialidades positivas de nuestra sociedad en estos momentos en los que todo lo vemos de un color turbio y desagradable y en el que la desconfianza reina por doquier.
Sin embargo, la casa dels Xuclis, como tantas otras asociaciones y entidades de importantísimo impacto social y cultural sin ánimo de lucro, no es ajena a la situación en la que nos encontramos y a pesar de los esfuerzos de sus promotores por incrementar las acciones tendientes a captar dinero de donación y a obtener ingresos por fuentes de explotación tales como el merchandising, proyectos de investigación sobre su campo de especialidad y otras actividades especiales de carácter privado, todavía tiene un largo camino para recorrer y conseguir sustituir en la mayor medida posible la financiación procedente tanto de diversas administraciones públicas como de las subvenciones privadas que provenían del mundo, hoy en dilución, que conformaban las obras sociales de las casi extintas cajas de ahorro.
En ese contexto del que la casa dels Xuclis es tan solo un exponente, se encuentran multitud de asociaciones, fundaciones y movimientos de alto impacto social que pueden ponerse en peligro de mantenerse la actual situación financiera y de no reaccionar la sociedad de forma rápida ante estos retos.
Es cierto que hay asociaciones e iniciativas de todo tipo cuyo impacto social o cultural es más que dudoso y que, debido a la situación que vivimos no superarán el reto de mantenerse en activo sin que la sociedad note en demasía su desaparición. Sin embargo, hay otros muchos movimientos, - a mi juicio la casa dels Xuclis es uno de ellos -, cuyo impacto positivo en la sociedad es innegable y de difícil sustitución en el caso de que tengan la desgracia de desaparecer.
La actual situación económica es una oportunidad para que la sociedad en mayúsculas, sin confundir sociedad con el sector público que tan solo es una expresión más de la misma, tome la iniciativa en tantas y tantas asociaciones y fundaciones de relevante importancia social o cultural a través de la donación desinteresada de tiempo, de pensamiento, de trabajo o de dinero y que tenga un papel importante en la viabilización a largo plazo de esas iniciativas.
A través de la donación material o intelectual no solo se viabilizan iniciativas de alto valor social sino que la sociedad civil gana en madurez y en peso ante una democracia y una administración pública centradas en sus propias miserias, anquilosadas y burócratas. El ciudadano y la sociedad ganan peso y poder ante un estado que no puede sustituir el empuje de una ciudadanía cuyo dinamismo debe acabar propiciando un cambio fundamental en el margo legal y democrático obligando a los Estados a reinventarse a sí mismos en un equilibrio en el que el ciudadano tenga la preponderancia.
Pero el que esa sociedad civil gane la batalla tan solo se puede hacer desde la generosidad en tiempo y en dinero que se esconde tras el poderoso concepto de la donación.
¿Estás ya en ello?
lunes, 25 de junio de 2012
El dinero según Ayn Rand
Una
visión diferente del dinero nos la proporciona Ayn Rand, escritora y
filósofa estadounidense de origen ruso que escribió entre la década
de los treinta y la de los setenta del siglo pasado. Rand es la madre
de una corriente filosófica muy influyente en el pensamiento
anglosajón pero muy controvertida, llamada objetivismo. El
objetivismo sostiene que a la realidad solo se la domina
obedeciéndola, que el propósito moral de la vida es la búsqueda de
la propia felicidad o «interés propio racional», y que el único
sistema social acorde con esta moralidad es el del capitalismo en
estado puro.
Quiero
compartir algunos párrafos sobre su versión del papel y la
naturaleza del dinero aparecidos en su Best Seller, “Atlas
Shrugged”, traducido libremente por algunos editores como la
Rebelión del Atlas, para algunos el segundo libro más influyente en
la cultura estadounidense del siglo XX tras la Biblia. Los párrafos
que siguen son una traducción propia del original en inglés.
…
Entonces,
¿usted cree que el dinero es la causa de todos los males? ¿Se ha
preguntado alguna vez cuál es la naturaleza del dinero? El dinero es
una herramienta de intercambio que no puede existir a no ser que
hayan mercancías o servicios que se produzcan y seres humanos
capaces de hacerlo. El dinero es la forma material que adopta el
principio de que los hombres que desean tratar con otros deben
hacerlo de forma comercial y dar valor a cambio de valor. El dinero
no es la herramienta de los pedigüeños que reclaman tu producto a
cambio de unas lágrimillas de compasión, ni la de los saqueadores y
los burócratas que pretenden arrebatarlo por la fuerza. El dinero
solo se hace posible si hay hombres que producen. ¿Es eso un mal?
Cuando
aceptas dinero en pago por tu esfuerzo lo haces solo en la convicción
de que lo intercambias por el producto del esfuerzo de otros. No son
los pedigüeños, ni los saqueadores, ni los burócratas los que dan
valor al dinero. Ni todas las lágrimas del océano ni todas las
armas del mundo pueden transformar esos billetes de papel que llevas
en tu cartera en el pan que necesitas para sobrevivir mañana. Esos
trozos de papel, que deberían haber sido de oro, son un símbolo de
honor, de tu capacidad de reclamar un pedazo de la energía de las
personas que lo producen y lo hacen realidad. Tu cartera es una
declaración de la esperanza de que en algún lugar del mundo hay
personas que no te fallarán y honrarán el principio moral de la
aportación de valor que es la raíz del dinero. ¿Es eso lo que
considera un mal?
¿Ha
buscado alguna vez la raíz del concepto de producción? Tomemos el ejemplo de
un generador eléctrico y atrevámonos a decirnos que fue creado solo
por el esfuerzo muscular de personas que no necesitaban pensar.
Intentemos ahora hacer crecer una semilla de trigo sin el
conocimiento que nos dejaron personas que tuvieron que descubrirlo
por sí mismos la primera vez. Intentemos obtener nuestro alimento
tan solo por movimientos físicos y nos daremos cuenta de que la
mente del ser humano es el origen de todas las mercancías producidas
y de toda la riqueza que ha existido en la faz de la Tierra.
Pero,
¿dice usted que el dinero es hecho por los fuertes a expensas de los
débiles? El dinero no lo da la fuerza de los músculos o de las
armas. La riqueza es el producto de la capacidad del hombre de
pensar. Entonces, ¿es el dinero generado por los hombres que
inventan un motor a expensas de los que no lo hacen? ¿es el dinero
generado por los inteligentes a expensas de los tontos? ¿o por los
competentes a expensas de los incompetentes? ¿o por los ambiciosos a
expensas de los perezosos? El dinero es generado, antes de ser pasto
de pedigüeños, saqueadores o burócratas, por el esfuerzo de
hombres honestos, cada uno al nivel de su capacidad. Un hombre
honesto es el que sabe que no puede consumir más de lo que produce.
…
No
comparto muchas de las premisas de la filósofa norteamericana pero
es cierto que algunas de sus afirmaciones dan que pensar. En
posteriores posts seguiré añadiendo algunas de sus percepciones
sobre el dinero y sobre otros aspectos socioeconómicos.
domingo, 17 de junio de 2012
De los reguladores y sus limitaciones. El ejemplo del sector inmobiliario
Desde
el año 2004 se empezaban a oír voces en algunos países que
alertaban del sobrecalentamiento del mercado inmobiliario. A pesar de
las advertencias realizadas tanto en foros académicos como en
determinados medios, el tema se fue complicando hasta que la burbuja
estalló. Primero en Estados Unidos y luego en varios países más,
entre ellos el Reino Unido y España.
No
entraremos en detalle en las causas de lo ocurrido porque ya se han
vertido ríos de tinta sobre el particular y seguro que han leído
ustedes un montón al respecto. Pero la cuestión no es esa.
Supongamos que, cuando se empezaban a visualizar los síntomas de
calentamiento, algún organismo regulador público teóricamente
independiente –sino hubiera estado como todos los intervinientes en
ese mercado, cegado por las expectativas de ganancia sin fin- hubiera
lanzado las campanas al vuelo, alertado sobre los peligros latentes y
hubiera planteado algún tipo de tasa sobre la construcción de
nuevas viviendas o de cupo de construcción en función a
determinados parámetros o cualquier otro instrumento de los clásicos
que se utiliza cuando se quiere regular un mercado, todo ello con el
fin de ralentizar la voracidad constructora y permitir que la demanda
digiriera de forma más tranquila el stock ya construido para evitar
que se produjera la hecatombe y se paralizara de forma repentina,
como así ocurrió, todo el sector. Yo les diré lo que hubiera
pasado.
En
primer lugar las asociaciones de promotores y constructores hubieran
puesto el grito en el cielo por la actitud intervencionista del
organismo de marras y por su nula comprensión del saludable estado
del sector y de las particularidades del mismo en el país de turno.
La banca se hubiera apuntado sin ninguna duda a la fiesta,
denunciando las maniobras desestabilizadoras de una de las
actividades económicas más importantes para la economía del país
y hubiera intercedido ante el gobierno para que atajaran cualquier
veleidad por parte de ese organismo competente pero descarriado,
advirtiendo de las graves consecuencias que sobre la actividad y el
empleo podrían tener medidas restrictivas del libre mercado. Ambos,
constructores y banqueros hubieran tejido un complot mediático por
el que la mayoría de medios de comunicación, sumados a la orgía,
cantarían las bondades del modelo inmobiliario y harían todo tipo
de lecturas interesadas de las cifras del sector para convencer al
patidifuso ciudadano de que no había mejor inversión que seguir
comprando inmuebles en cualquiera de las varias “tocholandias”
del mundo.
Además,
a toro pasado siempre es más fácil opinar. ¿Cuántos de ustedes se
hubieran atrevido, digamos en… 2004 o 2005, a defender con crudeza
la necesidad de crear instrumentos reguladores o desincentivadores
que frenaran la imparable fiebre constructora? ¿Cuántos no hubieran
criticado hace siete u ocho años un intento de maniobra reguladora
por parte del estado?
En
fin, que aunque se hubiera lanzado alguna maniobra tendiente a
regular algo más el mercado para evitar la burbuja, probablemente
hubiera sido desactivada con un motivo de difícil contestación si
nos ceñimos a los paradigmas de corte neoliberal. El Estado no puede
atentar contra la libertad de mercado y detener el progreso de una
actividad creadora de riqueza porque no es su función y porque no
tiene por qué conocer en detalle las particularidades de cada
sector. Y, hasta cierto punto, es cierto.
¿Cuál
es entonces la solución si los Estados tienen que guardar un
delicado equilibrio entre su papel regulador y su papel garante de la
libertad de mercado? ¿Cuál es la solución si periódicamente los
mercados, influidos por la parte materialista de la naturaleza humana
caen en trampas como las que hemos descrito? ¿Cuál es la solución
si el Estado no puede excederse en su celo regulador porque caeríamos
en el peligro de irnos al extremo opuesto e influir negativamente en
la libertad de los individuos y de los agentes económicos?
La
solución, creo que ya lo habrán adivinado ustedes, es la asunción
de su papel como transformador de la sociedad que deben ejercer los
diversos actores económicos y sociales empezando por los propios
consumidores y acabando por la aceptación consciente por parte de
las empresas de la necesidad de transformarse en Empresas 3.0 o de
base ética incorporando una serie de principios y mecanismos de
autoregulación que “sitúan al regulador dentro de casa” y
relativizan e incluso ponen en valor el papel regulador que debe
ejercer el Estado.
lunes, 11 de junio de 2012
#Reiníciate
He
estado dudando mucho sobre como titular este post. A la cabeza me ha
venido la palabra “rescátate” pero al final me ha parecido un
mensaje con una lectura un tanto negativa y finalmente me he
inclinado por el mucho más positivo y tecnológico de “#Reiníciate”.
No
quiero que se me tache de oportunista y que utilizo una derivación
del título de la emisión televisiva de ayer, 10 de junio de 2012,
del programa Salvados, #ReiniciandoEspaña, pero la realidad es que
fue una muestra del periodismo que necesitamos, sin renunciar a una visión crítica de la situación pero optimista, mostrando las cosas que funcionan, mostrando caminos
diferentes y transmitiendo el entusiasmo de - en la misma forma que
me gusta dedicar mi libro “Empresa 3.0” a aquellos que me lo
solicitan - que otra forma de hacer las cosas es posible.
Si el
domingo 10 de junio tuvimos ese ejemplo de periodismo positivo que
ayuda a salir del letargo en el que está sumida la sociedad
española, el lunes 4 de junio tuve un ejemplo de lo contrario. Ese
día se habían publicado los datos de la EPA correspondientes a mayo
y arrojaban una disminución del paro aunque inferior a las
registradas en ese mismo mes en los últimos años. Dio la casualidad
de que ese día por una serie de motivos, tuve que estar en el coche
– lo que suelo aprovechar para escuchar la radio - en diferentes
momentos del día, hacia primera hora de la mañana, hacia el
mediodía y a media tarde. Pues bien, una importante emisora de radio
se hacía eco de la noticia relativa a los datos de la EPA y lo hizo
a través de una serie de entrevistas con personas que estaban
padeciendo situación de desempleo. En los archiconocidos programas
de cada una de las tres franjas horarias se sucedieron más y más
entrevistas, a cuál más triste y deprimente. Fueron horas
radiofónicas de desesperanza.
Se que
son momentos duros, conozco gente que está en situación de
desempleo y que lo está pasando mal pero una cosa es informar
objetivamente de lo que está ocurriendo y otra muy distinta es
cebarse en el mal ajeno construyendo un mensaje casi luctuoso y
victimista que paraliza a la gente, que la transforma en víctima de
la situación y que psicológicamente le dificulta protagonizar la
necesaria remontada. Personalmente me quedo con la visión optimista
que nos dejó ayer Salvados, no exenta de crítica a lo que está
ocurriendo pero que apela al compromiso individual y que apela a que
nos convirtamos en protagonistas activos del cambio y que olvidemos
el papel de victimas.
El
programa de ayer fue la muestra de que sólo con el coraje humano y
el compromiso individual se pueden cambiar las cosas. Un ex
vicepresidente de uno de los mercados bursátiles más importantes de
Europa transformado en embajador del movimiento de la “economía
del bien común”. Un psicólogo de una residencia para
personas con problemas psíquicos transformado en empresario de éxito
precisamente en una empresa social que utiliza el trabajo como
elemento regenerador para personas con esa problemática. Un veterano
político que tuvo el coraje de abandonar su partido cuando éste
estaba en la cresta de la ola al darse cuenta de la bajeza de
determinados comportamientos en el seno del mismo. Un grupo de
vecinos de un municipio que deciden implicarse en serio, se transforman en asociación y consiguen
la alcaldía de su pueblo fuera de la disciplina de cualquier partido
político para regenerar la vida del municipio y equilibrar sus
finanzas. Y, finalmente, un ex director de una entidad bancaria
tradicional que, a sus casi sesenta años, decidió dejar su puesto
de trabajo de toda la vida para pasar a ser uno de los impulsores de
la banca ética en España.
Todos
ellos gente que ha decidido reiniciarse, gente que ha decidido pasar
de la queja a la acción. La gente que hace que las cosas cambien.
#Reiníciate.
Transfórmate en protagonista. No esperes que nadie te rescate y
rescátate tú mismo. Olvídate de los gobiernos y de los banqueros.
Sacúdete el sopor y el dulce letargo de la derrota y ponte en
marcha. Si no estáis de acuerdo con el funcionamiento de la política,
cread una plataforma vecinal y luchad por la conquista del gobierno de
tu pueblo. O militad en un partido político y hacedlo en bloque,
apuntaos un grupo importante de gente que crea que la vida interna
de los partidos requiere de una regeneración y trabajad desde dentro
para expulsar a quien no entiende la grandeza de la política con
mayúsculas y para cambiar los estatutos y la forma de funcionar de
esas instituciones.
Si sois
empresarios, cambiad. Rodeaos de gente íntegra y situad el beneficio
económico como uno más de los ejes alrededor del cuál ha de girar
vuestra compañía pero no el único. Meditad sobre el papel de
vuestra empresa en la sociedad y, más allá del necesario beneficio,
pensad si vuestros productos, vuestros servicios o vuestro modelo de negocio contribuyen definitivamente
a la mejora del mundo y, sino lo tenéis claro, cambiad. Dad un giro.
Si sois
parados, salid a la calle. Pero no a quejaros o a manifestaros, salid
a encontraros con otras personas en la misma situación, tejed
complicidades, encontrad otras personas que tengan capacidades
complementarias a las vuestras y soñad, soñad con crear juntos una
empresa, un movimiento cooperativo, generad ideas de negocio y ved
como podeís ponerlas en práctica. Ir a vuestro ayuntamiento y pedid
apoyo de verdad a los técnicos de promoción económica, que dejen
la tarea fácil de administrar tres cursitos de dudosa utilidad y que
busquen la forma de apoyaros en la creación de empresa. Tal vez no
todas las iniciativas tengan éxito pero sólo con que lo tenga una
de cada diez habremos avanzado mucho. Y aquellas que no tengan éxito
también lo habrán tenido porque en el proceso habréis aprendido
mucho, os habréis convertido en protagonistas y no en víctimas,
estaréis más activos y preparados para el momento, cada día más
cercano, en el que la economía volverá a dar señales de vida fruto
del compromiso de todos.
Y, si ya
estáis trabajando, hacedlo con ahínco. Encontrad el sentido a lo
que hacéis. Recordad que un albañil puede decidir si su oficio es
el de colocar ladrillos o el de construir catedrales. Encontrad
vuestra catedral. Si sois exigentes con vosotros mismos, sedlo
también con vuestra empresa en un sentido holístico. Exigid un
comportamiento íntegro de vuestros superiores. Velad por la ética
del proyecto del que sois parte importante. Trabajad para que la
compañía sea solvente y aporte a la sociedad y sentíos satisfechos
de ello porque también es vuestro éxito. Y, sino sentís que sea
así, si a pesar de vuestros esfuerzos no observaís una sólida base
ética en la empresa, sed valientes y buscad otros horizontes.
#Reiníciate.
Yo también estoy en ello.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)